Hermoso de Mendoza, el gran innovador

A Pablo Hermoso de Mendoza nadie le habló en sus inicios de cronogramas, innovación, powerpoints o inversiones. Y sin embargo, consiguió gestio­nar su carrera hasta convertirse en el número 1 mundial del toreo a caballo. Ayer, en un terreno po­co habitual para el, trazó su reco­rrido profesional ante un nutrido grupo de empresarios e Ingenie­ros Industriales. El colegio oficial del gremio y la Fundación Indus­trial Navarra organizaron una jornada para hablar de «Innova­ción, cooperación y financiación de proyectos» y fomentar así la cultura de la innovación, diferenciarse en los mercados y ser más competitivo. «Entre los 15 y los 18 años ya pensaba en ser diferen­te», resumió Pablo Hermoso so­bre la clave en sus inicios. El rejoneador estellés explicó cómo afrontó su caso cuando le sobrevino el éxito y cómo enfren­tó los distintos momentos de su vida para hacer rentable su pro­yecto. «Tuve ayudas, algún mece­nazgo, pero aprovechaba la época en las que no había toros para educar caballos de otras perso­nas. Con esos ingresos comencé a subvencionar mi parte artística», expuso Hermoso de Mendoza.

«Cuando comencé (tomó la al­ternativa en 1989) los rejoneado­res no ganaban dinero. Muchos de ellos vendían sus caballos más valiosos y ahí pensé en cómo ma­nejar mi imagen para conseguir que el público fuera a la plaza y ser rentable», analizó. Puso como ejemplo que cobró lo mismo en Madrid, con la plaza de Las Ven­tas llena (20.000 espectadores) que en Estella, donde caben 3.000 personas. «Fui el triunfa­dor en San Isidro y cuando qui­sieron contratarme para la Feria de Otoño exigí lo que creo que me correspondía. Me dejaron fuera de los carteles. Al año siguiente quisieron de nuevo que acudiera a torear, y entonces les pedí lo que me correspondía más lo que no me pagaron en Otoño. Fue marketing, marqué mi persona­lidad. La afición protestó porque no estaba en los carteles, los me­dios informaron y eso me impul­só», relató el rejoneador. A partir de ahí Hermoso se centró en de­mostrar su «poder taquillero» y llenó la plaza de Pamplona en un festejo fuera de abono. «Así pude exigir mis honorarios, porque en Pamplona era difícil justificar quién metía a la gente», razonó Pablo Hermoso.

El rejoneador expuso también como hizo entonces frente a la competencia, toreros arraigados de importantes dinastías como los Domecq, Bohórquez o Moura. Pensó en aportar algo novedoso y apostó por el riesgo en el ruedo. Tuvo que depurar la técnica y perfeccionar el estilo clásico. «Ahí fue cuando el caballo empe­zó a aportar soluciones en la cara del toro», profundizó Hermoso.

Sus caballos, al mismo tiempo, comenzaron a ser casi tan famo­sos como él: Cagancho, Chenel, etc. «Se hablaba de ellos y del toro y yo pasé a un segundo plano. EÚos eran los protagonistas».

Además, Hermoso renunció a las corridas por colleras (4 rejoneadores) y puso en valor el cara a cara con toros de mejor presen­tación. A partir de aquí Pablo Hermoso de Mendoza introdujo nuevas suertes del toreo a caba­llo, lo que se tradujo en un espec­táculo más moderno. «Abrí hori­zontes en otros lugares, llegando atarear en todos los países donde hay toros. Cuando llegó la crisis, yo mantuve mis 90-100 festejos al año. Lo que me sostiene ahora es el extranjero», se sinceró Hermo­so, que llegó a ser imagen de Tele­fónica en México y ahora selec­ciona fechas para torear sin importarle ferias ni compañeros. «La base de mi carrera ha sido siempre un buen producto», concluyó. Un éxito sin cronogramas ni power points.