Por Miriam Cardona
En estos 15 años de estudio, experiencias, pero sobre todo vivencias que he tenido la oportunidad de disfrutar y paladear así como también de padecer (porque todo arte tiene sus contrastes) en la fiesta de los TOROS, he llegado a la conclusión que su existencia parte de un principio fundamental en el toreo que hoy en esta plausible iniciativa titulada TOROS y FAENAS de mi amigo y colega Gustavo Mares, quiero transmitirle a los profesionales del toreo y afición en general, esperando ser clara y contundente en un concepto que va más allá de una definición. Representa la trascendencia pura de quien ha decidido abrazar la profesión más satisfactoria pero al mismo tiempo una de las más sufridas cuando el máximo rey del espectáculo cobra cara su lidia y muerte, con la propia vida de quien viste de luces, de oro y de muerte tarde a tarde.
Parafraseando a Raimon Panikkar, “el místico no es el que tiene esperanza del futuro sino de lo invisible”.
Es aquel que sabe ser original retornando a los orígenes no para repetirlos sino para crearlos. Y los orígenes del toreo y de quienes le dieron brillo a la tauromaquia universal tenían muy claro eso. Se sentían y percibían como TOREROS, hombres que se juegan la vida al servicio único del arte, hombres con un misterio que descubrir y decirlo frente a la cara del toro, profesionales que respetaban la indumentaria de torero portándola o no portándola.
Seres humanos vistos como héroes que desafían tarde a tarde a la muerte, en pocas palabras…toreros que respetaban la profesión elegida y todo lo que ello conlleva no sólo dentro sino fuera de un ruedo no se debe dejar de saber ser y estar en TORERO.
Hoy en día todos esos valores pareciera ser que se vuelven invisibles ante la presencia de las nuevas generaciones, ocupadas y preocupadas más por la forma que por lo que realmente da esencia y trascendencia en la vida como en el toreo…el fondo.
Y llegar al fondo de los hechos es darnos cuenta que vivimos en una sociedad consumista, devaluada y achicada en donde el máximo ejemplo de un novillero en ocasiones son todos aquellos “personajes” que no deberían significar un espejo en el cual mirarse y emularse porque sus acciones lejos de dignificar, empobrecen y confunden.
¿A qué me refiero? Vamos por partes…
– En Zacatecas hace un par de fines de semana en el marco del Certamen “Descubriendo un Torero” el novillero de León Guanajuato afincado en Aguascalientes Joel Delgado “Panita” al entrar a herir en un primer intento no lo consiguió dejando en la morfología del novillo media ración de acero que no fue suficiente y al no poder extraer el estoque, la autoridad permitió al novillero que lo intentara en una segunda ocasión dejando dos estoques en el morrillo del novillo, hecho que por ninguna circunstancia debió permitirse.
– Por otro lado me remito a los acontecimientos recientes en el Coliseo de Torreón donde el novillero Mirafuentes de Anda aceptó un “reto” (impuesto por el empresario y Matador de Toros Arturo Gilio) por demás absurdo y distorsionado de la realidad que no tendría que haber llegado al gremio taurino y mucho menos a una Plaza de Toros donde un ser humano vestido de gloria pone en riesgo el regalo más valioso…su vida.
Aceptar que le arrojaran un cubetazo de agua con hielos vestido de luces fue el acto más irrespetuoso que una servidora hubiera podido ver para creer.
¿Dónde quedó el respeto a la indumentaria de un torero y a lo que representa? No se está vestido de calle, se está vestido de TORERO.
Error garrafal del autor intelectual de tan bochornoso acontecimiento como del propio novillero que deberá trabajar en su interior y preguntarse si seguir modas externas que nada tienen que ver con el toreo son el camino idóneo para aspirar a ser respetado y admirado algún día como profesional de los ruedos.
Y es aquí donde me surge el cuestionamiento…¿Qué se les está heredando a los nuevos prospectos de la novillería en México? Jóvenes que se encuentran en el proceso de aprendizaje, evolución y maduración, pero más allá de ello lograr profundizar en lo que significa ser y estar en TORERO.
No nos confundamos entonces señores, porque ser TORERO exige algo más que estar preparado física y técnicamente para enfrentar los embates del rey de la fiesta, el ser vivo más democrático que existe en el espectáculo…el TORO.
Ser TORERO implica una devoción por el toreo y por lo que representa jugarte la vida porque no es fácil pensar y vivir con ese latente miedo de que en un suspiro entregues la vida misma.
Ser TORERO es un estilo de vida, un respeto absoluto a lo que envuelve, es asumirse como un hombre centrado fuera del ruedo y como un gladiador con una fuerte dosis de heroísmo dentro del ruedo en esa puesta en escena donde lo efímero de la vida cobra valor en la muerte misma tomando en cuenta que lo único seguro en ese enfrentamiento TORO-TORERO es que uno de los dos…va a morir.
Esa mística de un torero en el toreo es uno de los máximos argumentos de defensa que desde todas las trincheras debemos cuidar y enarbolar dando muestra del respeto que se le tiene al toro y su entorno. Ese que lleva a trascender y darle identidad propia a los valores del toreo.
Por lo anterior y desde esta trinchera, exhorto a todas las Escuelas Taurinas del país que se precien de preparar novilleros a que lo hagan no sólo con afición e ilusión sino también con el compromiso de formar y forjar toreros con auténtica vocación y respeto a ese llamado interior que sólo la mística del toreo otorga a quien es capaz de venerar con ética la profesión elegida y al ser vivo que le brinda los contrastantes sinsabores pero también las máximas satisfacciones…el TORO de LIDIA, ese que sabe respetar, encumbrar y premiar a quien le anda de cerca sin titubeos. De conseguir educar enseñando a pensar y sentir con la premisa del respeto, la historia del toreo y su máximo protagonista…lo agradecerán.
Porque ya lo dijo sabiamente el novelista japonés Natsume Soseki: “educar no es sólo impartir conocimientos, educar es también forjar caracteres nobles, rectos y con fuertes principios en los que no cabe la vulgaridad, la superficialidad y la arrogancia”.
Gracias colega Gustavo Mares por permitirme saludar a toda la afición taurina en este espacio que atinadamente has creado para elevar los valores de la fiesta formando y forjando criterios.
La afición agradece cuando se le habla de frente y con el valor máximo de la verdad, esa debe ser la máxima satisfacción de quien tenga el honor de ser y hacer periodismo taurino. Que Dios reparta suerte y derrame su arte en TOROS y FAENAS.