Realiza Cuéllar lo más destacado en la Plaza México

El novillero capitalino Luis Miguel Cuéllar hizo lo más destacado este domingo en la Plaza México, donde pudo haber cortado una oreja de no haber fallado con el acero. Aún así, dejó un grato sabor de boca.

Estuvieron en el mojado y enlodado ruedo monumental los novilleros mexicanos Xavier Gallardo, Édgar Badillo, Diego Emilio, Christian Verdín y Luis Miguel Cuéllar, así como el colombiano Sebastián Caqueza, quien debutó en el coso de Insurgentes.

Se lidiaron tres novillos de la ganadería de San Antonio de Triana y tres más del hierro de Guanamé, todos bien presentados y con un juego irregular y variado. Destacó uno de la segunda dehesa, el cual mereció arrastre lento.

Abrió plaza el hidalguense Xavier Gallardo con «Terco», de 392 kilos de San Antonio, con el cual mostró variedad con capa y muleta, sin embargo, su trasteo vino a menos en lugar de crecer. Al final batalló para matar y se fue con algunas palmas.

El zacatecano Édgar Badillo enfrentó a «Licienciado», de 380 kilos de San Antonio, el cual le propinó una fea voltereta, por fortuna sin consecuencias.

El joven novillero batalló en aras de agradar y sólo consiguió algunos trazos bien ejecutados que gustaron. Luego de un trasteo meritorio y digno, Badillo mató con muchos apuros para irse con algunas palmas.

El aguascalentense Diego Emilio lidió a «Leñador», de 384 kilos de Guanamé, con el cual se mostró empeñoso y voluntarioso, en un trasteo que no alcanzó alturas por ser corto y aislado. Mató pronto y se fue con ovaciones.

El jalisciense Christian Verdín enfrentó a «Pelufo», de 376 kilos de San Antonio, un novillo al que tardó mucho en entender, pese a sus intentos que tuvo con capa y muleta. Ante la indiferencia del público, mató pronto y se fue con silencio.

El capitalino Luis Miguel Cuéllar lidió a «Boya», de 385 kilos de Guanamé, con el que logró algunos buenos trazos con la muleta.

El chaval afincado en Aguascalientes enfrentó un burelde buen estilo pero muy débil. Sin prisas, con la cabeza fría y el corazón caliente, se abrió de capa con gran suavidad. Sin forzar a su burel logró fijarlo con prontitud.

Con la muleta comenzó doblándose de las tablas hacia los medios. Técnicamente correcto, cuando logró meter en el engaño al astado pergeñó los mejores muletazos de la tarde.

Por el derecho y por el izquierdo, este chaval corrió la mano con despaciosidad, virtud suprema del toreo como lo describiría el gran ganadero español Álvaro Domecq y Díez ‘despacio, como planean las águilas seguras de sus presas; despacio, virtud suprema del toreo; despacio, como se apartan los toros en el campo; despacio, como se doma un caballo; despacio, como se besa y se quiere, como se canta y se bebe, como se reza y se ama. Despacio’.

Desafortunadamente, el burel no estaba sobrado de fuerza y de ello no se percató el público que le protestó a Cuéllar cuando se tiró a matar haciendo pensar que había acortado la faena sin motivo alguno.

Para colmo de males pinchó antes de acertar con el acero y lo que, seguramente pudo haber sido el triunfo de una oreja, quedó en una salida al tercio, mientras que los restos del burel de Guanamé fueron premiados con el arrastre lento.

Lo importante de su actuación es que con el temple se nace; y a matar se aprende.

 

Cerró la tarde el debutante colombiano Sebastián Caqueza con «Don Tuco», de 380 kilos de Guanamé, con el que se mostró esforzado y voluntarioso, aunque verde en sus intentos de alcanzar faena. Luego de una buena estocada, se retiró con ovaciones.

La empresa del coso de Insurgentes anunciará la próxima semana el siguiente cartel, el 10, de la Temporada Chica 2014.