Corta oreja Nazaré en Sevilla; Saldívar, con un lote malo

SEVILLA.- Segunda corrida de feria. Un tercio de entrada. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, bien presentados pero de juego desigual.

El triunfador del festejo fue Antonio Nazaré, quien en su primero fue ovacionado, mientras que a su segundo le cortó el único apéndice de la tarde; el mexicano Arturo Saldívar (foto), con un lote complicado, silencio en su lote; Javier Jiménez, ovación y silencio.

ASÍ FUE LA TARDE…

Los toros que se lidiaron esta tarde en la Real Maestranza de Caballería no eran fáciles, es más, por el contrario, eran ‘engañosos’ para un ojo poco conocedor en materia taurina y es que tuvieron movilidad, que puede ser confundida con bravura.

La bravura, y los ganaderos lo saben, no es algo que se dé en maceta. Se requieren muchos siglos de selección y además, entre otras características, la BRAVURA exige que la res, hembra o macho, acometa con un mínimo de codicia tras los engaños de los lidiadores.

En cambio, salvo el cuarto, cinco de los ejemplares de la ganadería gaditana apenas tuvieron celo para hacerlo, bien por falta de raza, por ahorrar las mermadas fuerzas de sus cuartos traseros o por un temperamento defensivo que no debe confundirse tampoco con la casta.

Ese único toro por encima de la media tampoco se rompió en el caballo de picar, de donde salió suelto en dos puyazos que apenas le hicieron sangrar. Así que mantuvo vigor no ya para moverse tanto como algunos de sus hermanos, sino también para entregarse más a la muleta de Antonio Nazaré.

El que estaba más mermado en el enfrentamiento fue el torero de Dos Hermanas (Sevilla), que tuvo que ser infiltrado en la enfermería tras la fuerte contusión costal que sufrió en la durísima voltereta por la embestida del primero de su lote, que nunca descolgó el cuello y que se quedó corto en cuanto Nazaré se le impuso con seguridad.

Pero, dolido del percance, el sevillano sacó ánimo y entereza para ponerse a torear sin contemplaciones a ese cuarto, al que, especialmente con la mano derecha, sacó series de movimiento continuo, de pases sumados uno con otro prescindiendo de los remates que tal vez hubieran desengañado al de Fuente Ymbro.

Firme Nazaré y con más voluntad que clase, la faena fue creciendo en cantidad hasta provocar, tras otro buen volapié, la concesión de la única oreja de la tarde.

Otra más debió haber paseado Javier Jiménez del tercero, que hizo con él un alarde de sincera quietud, con los dos talones siempre aferrados a la arena como señal inequívoca de su determinación.

Sobre esa base de sólido valor, este otro joven sevillano movió con soltura los vuelos de su muleta para, primero, atemperar las oleadas iniciales del toro y, a renglón seguido, marcarle pases de limpio y redondeado trazo, pese a que el animal se dolía con un constante calamocheo.

Fue faena notable hasta que el de Fuente Ymbro perdió todo el interés por la tela y un par de desarmes enfriaron algo los ánimos que no levantó un pinchazo previo a la estocada.

Suelto y fácil se vio luego a Jiménez con el insípido sexto, al que también mató mal, mientras que el mexicano Arturo Saldívar no pudo más que mostrarse por encima del avieso segundo y de un quinto enfermizo y afligido que quiso pero no pudo embestir después de un apurado saludo a portagayola.