Por: ADIEL ARMANDO BOLIO
Si mi señor padre Addiel Bolio viviera, este miércoles 27 de mayo de 2015 estaría celebrando sus 80 años de vida y seguramente lo haría con tremendo comelitón y rodeado de sus seres queridos y grandes amigos, destapando por ahí alguna de las reservadas botellas de vino o cognac que tenía para especiales ocasiones.
Fue precisamente aquel 27 de mayo de 1935 cuando en altamar, partiendo de Puerto Progreso, Yucatán y yendo hacia La Habana, Cuba, en plenas aguas caribeñas, cuando mis abuelos, don Adiel Ángel Bolio Ávila y doña María Solís Rendón, en el barco llamado “Emancipación” de bandera mexicana trajeron a este mundo al inquieto chiquitín Adiel Alfonso de Jesús Bolio y Solís, según así lo dicta su acta de nacimiento.
Addiel Bolio, el reconocido CTI (Cronista Taurino Internacional) fue un hombre, hijo único, que debido a ello se tuvo que abrir paso solo en la vida ante la temprana pérdida de su padre ya viviendo en la colonia Roma del Distrito Federal y curiosamente en la calle de Yucatán y porque la carga para su madre, ya cansada, era mucha pues había que ayudarle a atender el estanquillo que tenían a la puerta de la casa.
Todavía doña María, mi abuela, alcanzó a soportarle a mi padre que se hubiera escapado del internado militar para dedicarse a torear gracias a la triunfal e impresionante imagen que le causara el ver como una maza de público, entre vitores y palmas, llevaba un domingo de la Monumental Plaza México a su casa, en la misma colonia Roma, al torero Eduardo Vargas tras una exitosa actuación. Ese cuadro dejó marcado a mi padre y enfiló el rumbo de su vida.
Fue entonces la misma necesidad de torear para mantener a su madre lo que lo llevó a Ciudad Juárez, Chihuahua, donde empezó a fincar lo que al final de cuentas fue su amorosa familia y, sobre todo, su carrera periodística pues al retirarse como torero el 2 de junio de 1957 en el coso juarense Monumental “Alberto Balderas”, a sugerencia de a quien llamaba “papá”, a don Francisco Gómez “El Zángano”, empresario entonces del coso fronterizo, fue que se hizo periodista ahí mismo en Ciudad Juárez.
Fue el conductor del noticiero Excélsior de televisión cuando en el Distrito Federal el titular era Ignacio Martínez Carpinteiro. Editó algunas revistas de política y de toros como el “Eco Taurino”, además de fungir como corresponsal taurino del diario Ovaciones del Distrito Federal y en la radio, además de trasmitir muchos festejos taurinos, alcanzó mucha fama a través de la emisión llamada “Charlas Taurinas” que tenía en el restaurante “Tortas Manolete” de don Luis Piña, pasando por el un sin número de toreros, subalternos, ganaderos, empresarios, políticos, artistas y deportistas.
Para ese entonces, al lado de su adorada Carito, su esposa por 50 años, mi madre (q.e.p d.), ya me habían tenido y a mis dos hermanas, Carolina y Lourdes todavía allá en Ciudad Juárez. Las responsabilidades eran mayores y luego de dos consejos similares, por separado, uno de un personaje de la palomilla de mi padre al que apodaban “El Parral” y el otro, que fue definitivo, del matador de toros Luis Procuna, quienes coincidieron en sugerirle que dada su capacidad para el periodismo y, sobre todo, para la especialidad en tauromaquia, que por que no se iba al Distrito Federal pues ahí era donde iba a dar el salto definitivo en su carrera periodística que fue de 51 años de profesional.
Addiel Bolio hizo caso, “quemó todas sus naves en la frontera” y emprendió el viaje a la capital del país, donde vio nacer a su cuarto hijo, Miguel Ángel. Las responsabilidades crecían y crecían y la tarea de sobresalir en el ambiente taurino capitalino no era fácil pues había cronistas que no lo dejaban pasar pero a base de carácter se sobrepuso hasta lograr su objetivo ingresando a la televisión al convertirse en uno de los fundadores de Canal 8 en octubre de 1968. Ese fue su despegue y ya no lo paró nadie pues luchó contra todo y contra todos hasta alcanzar el reconocimiento a nivel Orbe Taurino en España.
Por ello, ahora en el LXXX aniversario de su natalicio, aunque de esos 80 sólo vivió 73 cuando en 2008 falleció en su adorado Aguascalientes, hago este cariñoso y más que respetuoso recuerdo a la memoria de mi añorado jefazo y rememorando su célebre frase: “El Toreo es el Grito de Angustia, Ahogado por el Suspiro del Arte”.