Por Adiel Armando BOLIO
Cuando se es un torero con cualidades, aptitudes y enorme proyección con el público, además de irle con muchas ganas al toro, incluida una vasta técnica y el desarrollo de un impecable oficio, es de suponerse que todo le sería dado por consecuencia pero a veces nada de eso sirve si no se está encuadrado en una lista de espadas escogidos para actuar en todas las plazas.
Ese ha sido el caso de un matador de toros a todas luces rescatable como lo es el poblano Alberto Huerta, un diestro pleno de clase, valor y maestría, perteneciente a una “Casta de Dinastía” que encabezaron su tío y su padre, respectivamente, los siempre añorados Joselito y Víctor Huerta.
Y si a lo antes expuesto se le añade la irreparable pérdida de los padres cuando la perspectiva de la carrera taurina todavía mermaba pues simplemente el mundo se viene encima, se siente una asfixia sentimental y moral muy duras, a la par de una impotencia por no haber aprovechado más a los amados padres. El hundimiento del alma es profundo y la tristeza más, y lo digo y lo planteo así porque entiendo al maestro Alberto Huerta pues en lo personal hemos vivido algo similar.
Esas, entre otras cosas, fueron las causas por las que Alberto decidió colgar el terno de luces hace cuatro años inmerso en un mar de desilusión, desconsolación, desesperación y aburrimiento por las vivencias que a veces por duras que sean, se convierten en heridas con las que hay que aprender a vivir.
Sin embargo, como dice el refrán “siempre al final del túnel hay una luz de esperanza” y ella la vio Huerta en los inocentes ojos de su hija Triana y al ingresar como maestro de la Escuela Taurina de Querétaro, donde ha vuelto a ser él y a reencontrarse consigo mismo, provocándole una nueva ilusión por volver a torear y así lo hará el próximo domingo 9 de agosto de este 2015, a partir de las 14:00 horas en corrida mixta, en el coso donde nacieron su tío y su padre, en Tetela de Ocampo, Puebla, dentro de la XXIX Feria del Durazno.
Hará el paseíllo Alberto Huerta entonces al lado de Ernesto Javier “Calita” para lidiar cuatro ejemplares de la dehesa de Julián Hamdan y un novillo de la divisa de Gonzalo Iturbe para el chaval local Héctor Gabriel.
Como se recordará, Alberto Huerta tomó la alternativa en el coso “El Relicario” de Puebla el 8 de enero de 2000 de manos de Jorge Gutiérrez y ante la presencia del madrileño Julián López “El Juli”, con el toro llamado “Conquián” de Garfias. Y confirmó en la Monumental Plaza México el 28 de diciembre de 2003 llevando como padrino a Mariano Ramos y de testigo a Leopoldo Casasola, con el astado “Don Fede” de Rancho Seco”.
Así que mucha suerte le deseamos a Alberto Huerta en esta nueva etapa de su carrera taurina y que sea la definitiva, la que lo lleve a lo más alto de la torería nacional.