MÉRIDA.- El protagonismo del juez de plaza este domingo en la monumental de Mérida dio al traste con el balance del festejo.
El coso registró tres cuartos de entrada. Se lidiaron toros de José Julián Llaguno, impecablemente presentados pero de juego regular.
Lo más torero ha corrido a cargo de Federico Pizarro, quien en su primero realizó una labor de altos vuelos que mereció una nutrida petición de oreja que el juez no concedió y todo quedó en vuelta al ruedo.
En su segundo, Pizarro volvió a alcanzar grandes alturas y recorrió el redondel.
Decidió regalar un séptimo, toro con ‘toda la barba’ al que le cuajó valiente y poderosa faena. El burel de 640 kilogramos propicio siete tumbos. Tras pasaportar al toro hubo nutrida petición de trofeos que la autoridad no otorgó por lo que se llevó fuerte bronca con baño de cerveza incluido.
Juan José Padilla, silencio y dos orejas que el juez otorgó sin hacerse el remilgoso; el diestro local Michelito Lagravere, silencio y bronca.