Por ADIEL ARMANDO BOLIO/ Fotos ADARBO
El reciente viernes alrededor del mediodía y bajo un sol calcinante pero dentro de un incomparable ambiente campero, en el rancho La Escondida, donde se ubica la ganadería de Claudio Huerta, casa de la divisa en tabaco, naranja y rojo, propiedad de don Claudio Huerta de la Torre, vecino del municipio de Ojuelos, Jalisco, gracias a la amable invitación hecha por el también criador de reses bravas anfitrión don Claudio Huerta Guerra, el experimentado matador de toros mexiqueño Juan Luis Silis dirigió la tienta de dos vacas, además de otra en la que intervino de manera sobresaliente el estupendo aficionado aguascalentense Gustavo Adolfo Granados.
De igual manera tomaron parte algunos de los alumnos novilleros de la Escuela de Espectáculos Taurinos de México como Juan Padilla, Iván Hernández y Miguel Aguilar, así como Manuel Gutiérrez, Claudio Huerta III y los también matadores de toros en retiro Aarón Rodríguez y Miguel Ángel Bolio. Todo por supuesto ante la minuciosa supervisión de los ganaderos Claudio Huerta -padre e hijo- y del maestro de la escuela taurina mencionada, el diestro Héctor de Granada, sin dejar de mencionar la más que destacada actuación como tentador a caballo del dinástico picador de toros aquicalidense José de Jesús Prado.
Fueron entonces tres becerras de la descendencia del famoso toro “Marranillas” y de una vaca hija del toro número 38 de nombre “Cominito”, ambos de San Martín y de sangre pura de San Mateo, las que se soltaron en el tentadero de Claudio Huerta.
Las primeras dos fueron las marcadas con los números 503 y 504, ambas buenas pero siendo la segunda de ellas la que más llenó al ganadero y por ello al final se quedó para continuar su crianza. A las dos las pararon tanto Juan Luis Silis como Aarón Rodríguez. En la primera quitó por tafalleras Juan Padilla y en la segunda lo hizo Iván Hernández por gaoneras. Con la muleta, los toreros ya mencionados se dieron gusto toreándolas, sobre todo Silis evidenciando oficio, técnica y buen gusto, además del diestro mexiqueño Miguel Ángel Bolio, quien recordó que lo que bien se aprende nunca se olvida, incluyendo a Miguel Aguilar y al futuro ganadero Claudio Huerta III, quien también sabe y bien cómo se manejan los avíos de torear.
Y la otra res hembra brava, número 516, que a nuestro parecer fue estupenda pero al ganadero tampoco le llenó “el ojo”, le correspondió a Gustavo Granados, quien la verdad sea dicha sorprendió a todos los presentes por su natural forma de entender y ejecutar el toreo. En esta faena campera igualmente tomaron parte los jóvenes espadas Manuel Gutiérrez “Esparterito” y Miguel Aguilar.
Concluidas las labores de tienta, ganaderos, maestro y todos los participantes en las faenas toreras se reunieron en el ruedo para perpetuar la imagen en una placa fotográfica.
Finalmente se pasó al jardín del casco de la dehesa donde la estupenda anfitriona Claudia Lagunes, esposa de don Claudio Huerta Guerra, junto con sus amables hijos Claudio y Pablo, nos recibieron con una rica botana y frescas bebidas al tiempo de entablarse una interesante charla con el diestro Juan Luis Silis y a la que los novilleros prestaron especial atención. Luego nos trasladamos a la parte trasera de la casa en donde se sirvió un comelitón para chuparse los dedos y continuándose con la más que amena e ilustrativa charla.
Vinieron entonces, como parte epilogal, los brindis de agradecimiento tanto de toreros a ganaderos como de ganaderos a toreros por lo estupenda que resultaron las acaloradas labores de tienta y que dejaron a todos más que satisfechos por los resultados que arrojó.
Y en lo personal, si hago público mi eterno agradecimiento a don Claudio Huerta de la Torre y a la bella familia Huerta Lagunes, es decir, a Claudio Huerta Guerra, a su esposa Claudia y a sus hijos Claudio y Pablo, todas sus atenciones para que se hubiera logrado este reportaje que logramos cristalizar en ese bonito y legendario rancho ojuelense La Escondida. ¡Enhorabuena y, de verdad, muchas gracias!
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