A 32 años de su adiós
Por ADIEL ARMANDO BOLIO
Amigos de la Fiesta Brava, mucho gusto en saludarlos. Este jueves 4 de agosto de 2016 se cumplen 32 años de aquella noche en la que la fatalidad se apoderó del inigualable e inolvidable matador de toros torreonense Valente Arellano Salum, un torero que revolucionó la Fiesta de los Toros a principios de la década de los años 80 del siglo pasado gracias a su carisma, su ímpetu, su frescura, su arrebatada personalidad y, sobre todo, a sus inmensas ganas por querer ser un espada diferente que llegara a todos los gustos del público.
¿Qué es lo que hace falta para que surja otro torero como Valente? Han transcurrido ya más de 30 años desde que emergió el singular torero lagunero aquel 1982, un 26 de septiembre, en la Monumental Plaza México cuando mostró sus cartas credenciales cortándole las orejas al novillo “Campeador” de Rodrigo Tapia y llevando como alternantes a Eduardo Flores y Manolo Rodríguez. Luego ratificó esa luz fulgurante en su aún corto devenir histórico taurino el siguiente 7 de noviembre cuando fue en el cartel al lado de Manolo Mejía y Ernesto Belmont, los tres amos de aquella inolvidable temporada, con ganado de Felipe González y cortándole Valente las orejas y el rabo a “Pelotero” y el posterior 28 de noviembre repitieron el cartel ante lleno a reventar, con novillos de La Venta del Refugio, resultando Arellano con cuatro orejas en la espuerta de los astados llamados “Mírame” y “Chavelo”.
Sin embargo, habiendo logrado colocarse al frente del escalafón novilleril, en 1983 las lesiones en una rodilla y en una clavícula, además de las cornadas, le quitaron varias veces del buen ritmo que llevaba y una muestra de ello es la gesta que cumplió durante el mes de abril cuando toreó tres novilladas el mismo día. La primera fue a las 12:30 horas en Apan, Hidalgo, donde toreó mano a mano con Curro Madrid ganado de Reyes Huerta. La segunda se registró a las 16:00 horas en la plaza Monumental “Vicente Segura” de Pachuca, Hidalgo, alternando con Manolo Mejía y Alberto Ortega en la lidia de astados de Manuel Martínez. En dicho festejo, Valente sufrió un puntazo en la pantorrilla izquierda y la rotura del hueso acromio clavicular izquierdo.
Así se trasladó a Tulpetlac, Estado de México, para cumplir a las 20:00 horas con el tercer compromiso, mano a mano con Mauricio Mendoza “El Guadalupano” para estoquear ejemplares de Montecristo. Sin embargo, al iniciar la lidia del primer novillo lo acabó de lesionar de la clavícula izquierda y “El Guadalupano” se quedó con toda la novillada. Esa noche por cierto, Valente Arellano inauguró el primer quirófano móvil del doctor Xavier Campos Licastro al tener que ser intervenido del hombro lastimado.
Se recuperó, continuó exitosamente con su trayectoria novilleril y el 3 de junio de 1984 se hizo matador de toros en el coso Monumental “Lorenzo Garza” de Monterrey, Nuevo León, llevando como padrino a Eloy Cavazos y de testigo a Miguel Espinosa “Armillita Chico”, con el toro “Solitario” de San Miguel de Mimiahuápam. Sólo llegó a torear nueve corridas y el 5 de agosto de ese 1984, al día siguiente de su mortal percance, se quedó anunciado de nuevo en Monterrey.
Murió como vivió siempre a 26 días de cumplir los 20 años de edad, de manera intensa, franca y sin reserva. Por ello, hasta donde esté el famoso “pelao”, mi compadre querido, le recuerdo que “cuando la inteligencia humana y la irracional belleza animal se conjugan en la arena ¡surge el toreo! Arte y bravura en escena”.