El lienzo charro La Tapatía fue el escenario en el que reapareció, por una sola tarde, el maestro Manolo Mejía, quien hizo válido aquel refrán que dice, ‘el que tiene… retiene’ y es que después de varios años alejado de los ruedos, el torero de Tacuba dejó de manifiesto que atesora un gran conocimiento del arte de lidiar reses bravas.
Si no cortó una oreja con todas las de la ley fue porque no anduvo acertado con la toledana. Aún así, signó interesantes pasajes tanto de capote como de muleta, que le valieron para saludar desde el tercio.
Se lidiaron toros de La Guadaluapana, de juego desigual. El mejor, el que cerró plaza; el complicado, el segundo de la tarde que correspondió al diestro capitalino Christian Aparicio, quien estuvo por encima de su burel y fue ovacionado; Ricardo Macías ‘El Estudiante’, palmas; el novillero Adolfo Mendoza Zárate cortó el único apéndice del festejo.