Karen y Cristóbal
Gustavo Mares
Son dos historias diferentes pero que muestran el interés mediático que persiguen algunos políticos oportunistas, carentes de propuestas de fondo que busquen realmente el bienestar de la sociedad.
Karen contaba con 14 años de edad y se dedicaba al robo con violencia. La semana pasada en un enfrentamiento con la policía cayó abatida. Ella y dos amigos mayores de edad robaron una camioneta a punta de pistola y en su huida intercambiaron disparos con los uniformados con saldo negativo para los delincuentes. La adolescente, que presumía sus fechorías en redes sociales, murió; otro de los cómplices sufrió un disparo en la espalda, estaba grave, uno más recibió un impacto de bala en la pierna. Los hechos se suscitaron en el Estado de México, muy cerca de la CDMX.
En el otro lado de la moneda, Cristóbal Arenas, de once años de edad, es un niño-torero con grandes aptitudes. Pertenece a la Escuela Taurina Jorge Gutiérrez, que sienta sus reales en la capital de Hidalgo y que ha encontrado en el diestro Luis Gallardo al director ideal.
Para que en la ‘Jorge Gutiérrez’ le permitan torear es primordial que ‘El Maletilla’ presente su boleta de calificaciones y que además, sus papás envíen a la academia taurina una escrito en el que aseguren que el chaval se porta bien a lo largo de la semana. De lo contrario, no puede torear.
Cristóbal se lo toma muy enserio y atiende puntualmente las obligaciones que a su corta edad tiene. El toreo lo está formando como un ser humano de bien.
Sin embargo, muchos políticos están enfocando sus baterías para prohibir por todos los medios la fiesta brava. Poco les importa que el país se está hundiendo por la violencia desmedida que cada día gana espacios. Quieren salir en los medios y nada más.
Si en verdad quisieran mejorar las condiciones en las que vivimos todos los mexicanos, no buscarían cerrar fuentes de empleo. Enfocarían sus baterías para tratar de disminuir casos como el de Karen, pues es preocupante que cada día más menores de edad de nuestro país se vean envueltos en delitos de alto impacto. Da la impresión que eso no les interesa. Ni uno sólo de los integrantes de la clase política mexicana mostró preocupación al respecto.
Mientras tanto, en Veracruz, sometidos al capricho de ‘pocos pero gritones’ grupos radicales, muchos políticos han dado marcha atrás a reformas previamente aprobadas. Miguel Angel Yunes, gobernador de Veracruz ‘echó para atrás’ una reforma a la ley animal que permite la celebración de corridas de toros, peleas de gallos y la charrería.
Hace unos días, dijo que escuchó todas las voces, a favor y en contra, por lo que decidió ‘vetar’ los cambios que su bancada ya había aprobado. Lo anterior significa que volverán al congreso veracruzano para ser votados de nuevo.
El peligro radica en su mensaje, pues ‘dictó línea’ a los de su bancada. Expertos en la materia consideran que si la bancada del gobernador vota en contra de una ley que antes aprobó se vería mal, por lo que el camino ‘políticamente correcto’ sería la abstención, lo que daría pauta para que los que están en contra saquen provecho y se reviertan los cambios que permiten las celebraciones populares. Al mismo tiempo, Yunes -como Pilatos-, ‘se lavaría las manos’. Habrá que esperar. Pero que quede constancia que hay ‘focos rojos’.
Qué triste que la fiesta brava sea ‘moneda de cambio’ en la política mexicana.
Para finalizar, la pregunta de la semana: ¿Cuántos carteles tendrán cambios en México tras el intempestivo adiós de ‘Morante de la Puebla’?
Comentarios, y sí respondo: www.torosyfaenas.com