ALTERNATIVA: Sin cornadas sería pantomima

Sin cornadas sería pantomima

Por Gustavo MARES

Hace unos días circuló un comunicado de la oficina de prensa del diestro tlaxcalteca Sergio Flores, quejándose amargamente que una página de internet subió fotos del torero herido, mientras era operado de las duras cornadas que sufrió en ambos brazos al recibir a portagayola al segundo de su lote en San Luis Potosí.

Hay que aclarar que no sólo el equipo de trabajo del torero herido, sino muchos ‘aficionados de internet’ muestran su enfado porque ese tipo de fotografías salen a la luz pública. Esgrimen que los ‘antis’ las ocupan para mofarse de la ‘desgracia’ del torero. Postura respetable como se respetan todas las formas de pensamiento.

Es curioso que muchos aficionados que se quejan de las burlas de ese tipo de personas, son las que más publicidad les hacen pues suelen subir a las redes sociales dichos comentarios.

Al mismo tiempo, los taurinos, -profesionales y aficionados- olvidamos dos puntos fundamentales. Uno, que las cornadas son parte inherente a la profesión. Si los toros no dieran cornadas, créame que muchos seríamos toreros. Pero no es así. Si no hubiera cornadas, la fiesta brava sería una pantomima.

La grandeza de la fiesta brava radica en que los hombres que se enfundan en un traje de luces pueden perder la vida en una tarde soleada de domingo y aún así salen al ruedo.

Hoy, Sergio Flores tiene ambos brazos partidos en canal. Debe ser durísimo. Quiero imaginarme que mover los dedos en estos momentos para el torero tlaxcalteca es un martirio. Terrible.

Aún no se sabe en cuánto tiempo reaparecerá pero estoy convencido que ese hombre que hoy debe estar ‘padeciendo un infierno’ no tiene otra cosa en mente que no sea volver al ruedo.

Puede tardarse un mes, dos o más. Sólo Dios sabe. Pero Sergio Flores -no hace falta ser adivino para adelantarlo- volverá a vestir de luces en cuanto pueda.  Y eso, señores, no lo hace cualquier persona pero un torero, sí.

El otro punto que solemos olvidar es un principio fundamental de las vacunas: ‘Lo mismo se cura con lo mismo’.

Si bien los antis toman las cornadas para mofarse, ese mismo factor, las cornadas, sí el tema ‘tabú’ del toreo, es uno de los mejores argumentos para demostrar la gran escuela de vida que es el toreo. Y para muestra, basta un botón en la persona del tlaxcalteca.

El día que reaparezca Sergio, qué bueno sería que se publicaran todas las fotos del calvario que vivió desde aquella velada potosina en la que se fue a portagayola. No podría haber mejor homenaje para el diestro y para la fiesta brava misma, que mostrarle al mundo la grandeza de los toreros.

Hay quienes afirman que Sergio no tenía necesidad de la portagayola. Todo lo contrario, está ahora en un lugar de privilegio precisamente por la garra que ha demostrado y que dejó de manifiesto en la Plaza El Paseo. Se puso ahí porque así defienden los toreros importantes su sitio. No hay vuelta de hoja.

Antiguamente, los toreros decían que las cornadas eran medallas. Cuánta razón tenían. Son precisamente esas ‘preseas’ las que los diferencian del resto de las personas… Son las que le dan a los hombres que visten de luces la categoría de ‘héroes mitológicos’.

Negar las cornadas es tanto como negar la grandeza del toreo. Que haya personas que no lo vean de esa forma y se mofen, ni hablar, ellos mismos demuestran su interior. Muy respetable. Sin embargo, no hay que olvidar también que hay sujetos que suelen atacar a los toreros, y en contraparte, -quedó comprobado en Francia- hay toreros que le salvan la vida a los que los atacan.

Para finalizar, la pregunta de la semana: ¿Qué torero herido reaparecerá esta semana en el campo bravo, previo a vestir de luces?