PLAZA MÉXICO: Dura prueba para los novilleros; triunfa Román y sale a hombros (*Fotos*)

*Fotos de ANGEL SAINOS

El novillero Roberto Román se convirtió en el triunfador del festejo celebrado en la Plaza México y que duró más de cuatro horas. Se lidiaron novillos de Marco Garfias, muy bien presentados y serios. En muchos cosos de provincia, el ganado que salió por la puerta de toriles para este festejo de triunfadores sin picadores, seguramente pasaría por una corrida de toros. Dieron juego desigual. Les ‘pidieron el carnet’ a los chavales.

El triunfador fue Román, quien le cortó una oreja a cada astado. Su primero, el mejor del encierro, le dio varios sustos de capa y muleta. El chaval aguantó. Hay que recordar que son novilleros sin picadores, es decir tienen escaso o nulo bagaje. Román no se arredró y pasaportó al burel con un espadazo efectivo pero no en buena colocación. Recibió una oreja que protestó un sector del público.

Con su segundo unificó criterios y después de una labor emocionante cortó una oreja que paseó en medio del reconocimiento popular. Al término del festejo, salió a hombros.

José María Mendoza enfrentó un lote complicado. Su primero salía suelto de las suertes y rehuía la pelea. El chaval le planteó pelea y le pegó los muletazos que permitió el burel. Por ganas no paró.

El difícil sexto fue aún más complicado porque sopló el viento. Mendoza volvió a derrochar voluntad. Pesado con la toledana, palmas tras dos avisos.

CUESTA ARRIBA

Mauricio Medina tuvo una tarde cuesta arriba. Su primero, falto de codicia, puso de manifiesto su impericia con los aceros. Escuchó los tres avisos.

Su segundo, difícil, exigía mayor experiencia de parte del novel torero. Prendió de fea manera a Medina, quien fue a la enfermería. Parecía que ya no saldría e Ibelles se tiró a matar. De repente salió el torero en turno y pasaportó al burel. Más tarde se sabría que sólo sufrió duros golpes y rayones en el muslo.

Abrió plaza Sebastián Ibelles, quien comenzó doblándose ante un burel tardo pero con calidad. El mexiquense lució. Erró con los aceros y saludó desde el tercio.

Su áspero segundo parecía congestionado. Dejó de manifiesto su deseo de agradar.

El encierro de Marco Garfias fue una difícil prueba en general para los cuatro chavales, que derrocharon afición.