La temporada novilleril en la Plaza México se reinició ayer, tras un paréntesis por el sismo, con un festejo matinal en el que se lidió un encierro muy serio de Zacatepec, ganadería propiedad de la familia Muñoz. El ganado puso a prueba la experiencia de los jóvenes toreros pues no fue sencillo. En general desarrolló genio y no estuvo sobrado de fuerza.
Ni la lluviosa tarde, ni el frío, fue obstáculo para que los cuatro chavales anunciados salieran a dar su mejor esfuerzo. En mayor o menor grado, su falta de experiencia, por lo poco que torean, fue evidente ante este tipo de bureles que requieren toreros de mayor oficio para sortear las dificultades.
Rafael Reynoso, en su primero, escuchó palmas tras un aviso. Se ganó el derecho a lidiar un segundo novillo con el que tuvo silencio.
Román Martínez escuchó palmas en su primero, mientras que en el sexto, toda vez que se hizo acreedor a lidiar al cierra plaza, pasó fatigas con los aceros y escuchó dos avisos; el capitalino Pepe Medina enfrentó un burel de recias y ásperas embestidas. Le pegó algunos buenos muletazos. Sin embargo, como al resto de los alternantes, le hizo falta mayor experiencia que irá adquiriendo en la medida que las empresas le den oportunidades.
Joel Delgado ‘El Panita’, alegre y bullidor, sufrió una dura voltereta, afortunadamente sin graves consecuencias.
Debido a la lluvia que cayó de forma intermitente a lo largo del festejo, tras la lidia del segundo los monosabios tuvieron que arreglar eel ruedo. Al término del paseíllo se tributó un minuto de silencio por las víctimas del terremoto.