*Fotos de Tadeo Alcina
Una gran tarde se vivió en la Plaza La Florecita de Ciudad Satélite, donde la única oreja de la tarde la cortó el sanmiguelense Francisco Martínez. Sin embargo, el resultado ‘numérico’ del festejo no refleja las emociones que se vivieron esta tarde en el serial Soñadores de Gloria, porque el potosino José Sainz firmó una faena importante y el más novel de la combinación, Alejandro Moreno resultó una agradable sorpresa.
Ante tres cuartos de entrada se lidió un impecable encierro de La Paz, que envió novillos enrazados, unos mejores que otros. Todos bien presentados. Los cuatro muy astifinos. Lo que hicieron los cuatro chavales tuvo gran mérito por la seriedad del ganado. Un par de novillos, con más kilogramos, podrían haberse jugado en varias plazas de provincia como corrida de toros.
El primero de la tarde fue muy peligroso pero aún así el sanmiguelense le plantó pelea. Firme con el capote aguantó un par de embestidas en las que los pitones le pasaron ‘a nada’ de las piernas.
El discípulo de Alejandro del Olivar puso banderillas. Fue espectacular. Se la jugó de verdad.
Con la muleta buscó el lucimiento en varias zonas del ruedo. Aguantó estoico las duras embestidas de ‘Montero’. Para rematar pegó joselillinas angustiosas porque en cada pase la cornada pasó muy cerca de él. Acertó con el acero y cortó merecida oreja.
El potosino José Sainz toreó muy bien de capa. Pergeñó chicuelinas templadas y cadenciosas. El chaval tiene ideas muy claras para hacer el toreo. Desde un inicio se dio cuenta de las bondades del burel y cada lance que ejecutó lo ‘deletreó’.
Con la muleta firmó la faena de la tarde. Sabedor de los terrenos se nota la mano de su maestro, el matador de toros en retiro Manolo Mejía. El potosino supo potenciar las bondades de su burel al que toreó con gran clase y temple por ambos lados. Su toreo es muy puro y eso conecta con los tendidos. Desafortunadamente erró con los aceros. De haber sido certero le habrían otorgado las dos orejas, no hay duda. Con todos los honores, los restos de ese burel recibieron arrastre lento.
El potosino dio una clamorosa vuelta al ruedo.
Pedro Bilbao estuvo esforzado y trazó una faena aseada y ligada por ambos lados.
Alejandro Moreno resultó gratísima revelación. Le falta camino por recorrer y más experiencia que irá adquiriendo poco a poco. Tiene gran actitud. Parece un novillero ‘como los de antes’. Incluso su vestido –coral y oro- hacía recordar aquel libro de ‘Más cornadas da el hambre’, descolorido por lo antiguo y por dentro con un torero de enorme afición.
Sufrió siete tremendas volteretas, todas dramáticas. Se paró de cada una sin verse la ropa. Le aplaudieron de pie. Ni por un instante dudó.
En un pase el astado se quedó a media suerte. Le apuntó al muslo. Se lo oprimió con el pitón como quien se presiona la pierna con el dedo índice. Alejandro, un mármol.
Falló con los aceros. No quiso dar la vuelta al ruedo. Más tarde se sabría que sufrió un puntazo de diez centímetros en la pantorrilla izquierda. Lo trasladaron a la clínica del médico militar Rafael Vázquez Bayod, maestro de la cirugía taurina.
El próximo domingo, otro cartelazo novilleril en La Florecita con Ricardo de Santiago, Roberto Román, Alejandro Fernández y Cayetano Delgado, con ejemplares de Xajay.