‘Me gusta el toro artista, ese que desde el primer momento acomete humillando, con clase y bravura. Ojo, nunca hay que confundir el toro artista con el toro comercial, porque distan mucho uno de otro’, confiesa el ganadero Julián Hamdan, quien hoy embarcará el encierro que será lidiado el viernes en la inauguración de la Feria de San Luis Potosí, donde están anunciados Ignacio Garibay, Joselito Adame y ‘El Payo’.
‘Un toro artista requiere, en cuanto a genotipo, bravura, clase, nobleza, fuerza y gran recorrido. En fenotipo, que sea corto de manos, bien rematado, con una cornamenta acorde a su tipo, de pitones blancos y ojos vivaces’, agrega.
‘El encierro para la feria potosina tiene un peso promedio superior a la media tonelada. Son astados con trapío y una alta nota de tienta. Le tengo mucha confianza’, asegura.
Sobrino del entrañable ganadero José Chafic, mantiene la línea de Saltillo que su tío adquirió directamente del legendario Antonio Llaguno, propietario de San Mateo. ‘En la ganadería tengo el 75 por ciento de sangre Saltillo-San Mateo y un 25 por ciento de Saltillo-Santa Coloma. El refresco de sangre es fundamental’, comenta Julián, quien confiesa un secreto que pocos profesionales conocen: ‘Fue tan grande la amistad de mi tío con Antonio Llaguno, que poco antes de que vendiera la ganadería le obsequió todos los libros’.
SENSIBILIDAD
El primer contacto de Julián Hamdan con el toro bravo fue a los seis años de edad. Desde ese momento, supo que su vida giraría en torno a este fascinante bovino, con el que llega a tener tal compenetración, que en más de una ocasión no ha podido contener las lágrimas, cuando se embarca rumbo a la plaza de toros.
‘Soy muy sensible. Ese tema del toro me cuesta trabajo. Son los niños que dejan la casa. Entiendo que es una contradicción porque para eso son criados. Al día de hoy no he podido descifrar el por qué de estos sentimientos. Amo el toro bravo, lo ves nacer, conoces sus hábitos, cada uno es distinto. Llegas a conocerlos muy bien’, confiesa.
‘Tengo claro que sin corridas de toros esta especie desaparecería de la faz de la tierra. En lo personal, si no hubiera festejos taurinos tendría que vender la ganadería porque no es fácil mantenerla’, señala.
RENOVARSE O MORIR
Ganadero de la nueva era, Julián pone ‘el dedo en la llega’ al considerar que la fiesta brava requiere urgentes cambios que se adapten a la época actual: ‘Lo he propuesto desde hace tiempo. Lo comenté en la asamblea ganadera de enero y fue bien recibido. Creo que hay que evolucionar, la fiesta brava no puede mantener el formato actual porque cada vez hay menos afluencia de aficionados’.
‘Hay un relevo generacional y hoy muchos perciben crueldad en la fiesta brava. Creo que habría cambios positivos si se redujera el tamaño de la puya, que aquí en México es muy grande. En el tercio de banderillas podría sustituirse el arpón por clavo porque así, después de consumada la suerte, los palitroques caerían a la arena sin molestar al toro y al torero.
‘En el tercer tercio sería fundamental que se regule la suerte suprema a sólo dos pinchazos, no más. Cuando se pincha, los toreros pierden los trofeos y no hay razón para exhibir esa parte y darles armas a los antis. Tengo fe en que esta propuesta cristalice. Es un tema de supervivencia del espectáculo’, afirma categórico.
Para concluir retoma parte de la historia: ‘En la década de los 30, cuando se implementó el peto, muchos agoreros decían que sería el fin de la fiesta brava pero no fue así. Reitero, estamos condenados a desaparecer como espectáculo si no nos adecuamos a los tiempos actuales’.