La espiritualidad, fundamental en los toreros: Diego Silveti

‘La espiritualidad desempeña un papel muy importante en la vida de un torero. Hay que estar muy bien con uno mismo para poder jugarte la vida. Claro que también el fondo físico y el mental son fundamentales en la profesión’, asegura el matador de toros guanajuatense Diego Silveti, miembro de una de las dinastías taurinas más importantes del ‘planeta de los toros’.

‘Es con el día a día como se fortalece el espíritu. Cuando eres torero tienes plena consciencia de que cada tarde te juegas la vida, que existe la posibilidad latente de que no vuelvas a ver a tus seres queridos. Eso hace que valores cada instante y al mismo tiempo te da mucha fortaleza interna, del espíritu. Las enseñanzas que vas adquiriendo cuando vistes de luces nutren tu espíritu, tu alma y tu mente. Al final, todo eso que va de la mano, también repercute en el físico’, comenta Diego, quien este sábado, en el día de San Luis, actuará en el festejo más importante de la Feria Nacional Potosina, donde alternará con Fermín Rivera y Fermín Espinosa ‘Armillita IV’ para lidiar un encierro de Begoña.

Algo que caracteriza a Diego,  y a toda la dinastía a la que pertenece, es el gran profesionalismo e inquebrantable vocación que atesora. A poco más de un año de contraer matrimonio es un hombre pleno que está comprometido con su profesión y afirma que gracias al gran ejemplo que ha tenido en su familia es que puede conjugar la vida de casado con la profesional: ‘Desde el primer día de mi vida he estado envuelto en una familia torera. Tengo en mis padres, mi tío, mi abuelo y mi bisabuelo los grandes ejemplos a seguir para poder llevar una vida plena en todos los aspectos. Cuento además con el apoyo de mi esposa que conoce mi vocación de torero’.

Con la experiencia que da la vida y la que ha ido adquiriendo por su paso en los escenarios taurinos más importantes del mundo, sabe que cada día la exigencia del público es mayor y que también, al igual que su tauromaquia, evoluciona: ‘Al principio, la exigencia radicaba en el hecho de que el público iba a ver al hijo de, al sobrino de, al nieto de, al bisnieto de… Ahora van a ver al diestro Diego Silveti y su propuesta taurina. Quieren ver tu tauromaquia, tu expresión artística’.

‘Por la situación propia que hay actualmente en la fiesta brava, el toreo tiene un nivel muy alto de exigencia. No es que antes no lo hubiera, pero las condiciones de antes y de ahora en torno a la fiesta brava son diferentes. El nivel de presión es muy alto y tienes que estar capacitado para aguantarlo’, asevera el guanajuatense, cuyo nombre aparece en los carteles de las ferias y temporadas más importantes de nuestro país.

Agrega, sobre el momento actual por el que atraviesa la fiesta brava, que: ‘Hay que ser positivos en ese tema. La tauromaquia es una actividad pública que está presente en la vida de las ciudades y de los pueblos. Para no ir tan lejos, una feria como las que se hacen tantas en la República Mexicana no estaría completa sin por lo menos una corrida de toros. Es parte de la idiosincrasia de nuestro pueblo. Y también hay cosas que debemos resaltar, por ejemplo, hace un par de semanas en San Juan de Los Lagos hubo seis mil personas en la plaza de toros, se agotó el papel. Salvo el futbol, hay eventos en nuestro país que no convocan esa cantidad de público. Lo que sucede es que muchas  veces no se explota el tema y no se dice lo que pasa al interior de la fiesta brava. En ese tema creo que hay que ser positivos y ver las cosas con objetividad’.

Silveti, quien atesora mucha raza y un valor espartano, reconoce que los toreros también sienten miedo: ‘En mi caso me da miedo no estar a la altura de las circunstancias, no lograr todo lo que añoro en la vida y por supuesto, perder la vida también da miedo, pero eso es lo bonito de ser torero, que te impones a tus miedos y a tu condición de persona. Saber que lo tienes todo y lo puedes perder todo en una tarde es muy intenso, pero es también cuando te das cuenta que tienes vocación, que lo que te hace sentir vivo es torear’.

Al cuestionarle si los hombres que visten de luces son ‘artistas’ o ‘guardianes de una tradición centenaria’, aclara categórico: ‘Somos toreros, así sin comparaciones. Claro que hacemos arte y preservamos viva una añeja tradición cultural, pero los toreros no tenemos comparación porque somos, sin mayores adjetivos, toreros, con todo lo que eso conlleva’. Y sí, queda claro que los hombres que se enfundan de luces están hechos ‘de otro material’. En el caso de Diego Silveti como el resto de la dinastía a la que pertenece, cobra gran validez aquella legendaria sentencia: ‘Para ser torero hay que parecerlo’ y el menor de la importante dinastía guanajuatense lo es las 24 horas del día.