No me platiques más
Gustavo Mares
Suele ser un ‘lugar común’, cuando a los hombres que visten de luces las cosas no les salen como lo tenían planeado, que culpen al toro, al viento, al público, a la empresa o a una mala administración. ‘No me ha hecho justicia la revolución’, afirman. Nada más alejado de la realidad.
Son contadas las excepciones en las que la fiesta brava es injusta. Realmente, delante del de negro la injusticia no existe. Él pone a cada quien en su lugar.
Casos de toreros que lo han tenido todo y así lo han perdido, hay muchos. Toreros que contaban con el apoyo de las empresas, el favor de los aficionados, gran difusión mediática, pero por su falta de vocación, profesionalismo, ambición y ganas de querer ser dieron al traste con los proyectos que encabezaban.
La profesión de torero es una de las más hermosas que existen, pero también es una de las más difíciles porque –literal-se puede ir la vida en ello y eso no cualquiera está dispuesto a afrontarlo.
Uno de esos contados casos a los que ‘no les ha hecho justicia la revolución’ es el diestro norteño Antonio García ‘El Chihuahua’, torero que actualmente se ubica en el lugar doce del escalafón de nuestro país.
El espectacular norteño está convertido en una especie de ‘embajador del toreo’ mexicano, toda vez que debido a que no forma parte del privilegiado circuito de diestros que tienen oportunidad de encabezar los carteles en las máximas plazas de nuestro país se da a la tarea de presentarse en aquellas poblaciones donde muchos de sus habitantes nunca en la vida han ido a la Plaza México pero les gustan los toros y los viven con gran pasión.
Ahí con el pueblo, ‘El Chihuahua’ goza de un gran cartel que ni muchas figuras del toreo tienen. Ahí en el pueblo, donde de alguna manera tiene su origen la fiesta brava, porque no hay que olvidar que cuando la nobleza ‘se bajó del caballo’ y dejó de entrenar lanceando toros fue el pueblo el que adoptó esa actividad como propia y a partir de ahí comenzó a evolucionar hasta llegar a la tauromaquia, justo como hogaño la conocemos.
‘El Chihuahua’ decidió transitar por ese camino y lo hace con gran profesionalismo, lo que le lleva a sumar un importante número de festejos en la geografía nacional. Cuando se le anuncia, sin importar el aforo de la plaza o la población, Antonio García llega siempre principescamente vestido. Le imprime gran seriedad a lo que hace y por lo mismo, en los tendidos reciben su propuesta taurina de la misma forma.
Durante la primera temporada de la nueva empresa de la Plaza México se encendió la polémica por aquella mecánica de programar a cuatro toreros con seis toros, para que los dos mejores diestros enfrentaran el par de bureles restantes. Aunque nunca se supo de manera oficial, muchos toreros ‘le hicieron el feo’ a ese tipo de carteles, pero Antonio no. Él afrontó el compromiso sabedor de que el cariño y el fervor de los aficionados de la periferia estaban con él. Esa actuación, desde el fondo de su alma, se la brindó a ellos. El norteño es un torero del pueblo.
El propio García ha llegado a reconocer que tiene un inmenso cariño y agradecimiento ‘a mis pueblos que tanto me arropan’.
Si hay un torero al que la ‘revolución no le ha hecho justicia’ ese es Antonio García ‘El Chihuahua’, quien desborda una afición que no le cabe en el cuerpo y que con su ‘granito de arena’, cada tarde de corrida en cualquier pueblo de nuestro país, siembra la semilla de la afición.
Ojalá que pronto todo el esfuerzo que le imprime a su carrera se vea reflejado en contratos también en las plazas y ferias de las ciudades más importantes de nuestro país. Al final del día, un toro bravo sale a matar al que se le ponga enfrente ya sea en una ciudad cosmopolita o en el pueblo más recóndito.
Para finalizar, la pregunta de la semana: ¿Quién le gusta para gallo en el primer doblete de la campaña?