Guillermo Espinosa | Foto Juancho Cervantes
GUADALAJARA, Jalisco.- El diestro Héctor Gutiérrez regresó al escenario en el que apenas en noviembre pasado tomó la alternativa y salió a hombros, la exigente Plaza El Nuevo Progreso, donde nuevamente al término de la función fue izado por los aficionados que se le entregaron de forma completa, a pesar de que la autoridad en turno le negó los máximos trofeos.
El aguascalentense demostró que no es ‘flor de un día’ y si en la tarde su alternativa cortó dos orejas, este domingo recibió tres apéndices.
Se lidiaron toros de Arroyo Zarco, bien presentados y buenos en términos generales. Destacó por mucho el jugado en sexto lugar, que mereció los honores de la vuelta al ruedo.
La afición pidió el indulto, sin embargo, el juez en un afán protagónico no lo concedió. Algo parecido ocurrió también con la premiación al matador de toros Héctor Gutiérrez, quien cuajó una faena muy importante y a pesar de la petición popular de las orejas y el rabo, la autoridad en turno no los otorgó por lo que se llevó sonora rechifla.
También se lidió un burel, jugado en tercer lugar, de la ganadería de Bernaldo de Quirós, después de que el astado de la ganadería titular se partió un pitón y fue devuelto a las corraletas.
El FESTEJO
Abrió plaza el diestro español Paco Ureña, quien en su primero realizó firme trasteo, que le valió para escuchar palmas. En su segundo no logró acomodarse completamente y tuvo división de opiniones.
El diestro tlaxcalteca Sergio Flores le plantó cara al primero de su lote, burel al que sometió para correrle la mano por ambos lados ante el contento popular. Tras estocada fulminante cortó una oreja.
Ante su segundo, el torero de Apizaco escuchó palmas.
La tarde se la llevó el hidrocálido Héctor Gutiérrez, quien a su primero lo lanceó cadenciosamente a la verónica. Jugó los brazos para acompañar con la cintura el viaje del astado y ejecutar así el lance fundamental del toreo ante la audiencia, que registró más de media entrada.
Cuajó un trasteo que gravitó en el toreo en redondo. Tras estocada certera al segundo viaje cortó un trofeo.
CONJUNCIÓN
Lo más emocionante de la función llegó con el bravo astado que cerró plaza, ‘Camperito’ de nombre, marcado con el número 23. Las intenciones del hidrocálido quedaron de manifiesto desde el momento en que lanceó a la verónica, porque se pasó muy cerca los pitones de su enemigo.
La faena de muleta la comenzó con una serie de pases de hinojos, que encendieron la pasión entre los aficionados. Toro y torero fueron a más. El público pidió el indulto, pero por alguna extraña razón, quizá hacerse notar, el palco de la autoridad no lo otorgó, como tampoco concedió los máximos trofeos a Gutiérrez, quien bordó el toreo por ambos lados y rubricó su labor de espadazo fulminante. Dos orejas con petición de rabo fue el balance artístico de ese trasteo.
Al término del festejo, Héctor Gutiérrez salió, con todos los merecimientos, a hombros.