Jueces y promotores
Por Gustavo Mares
La desinformación y la pasividad en la defensa de la tauromaquia han sido fundamentales para que los ‘antis’ traten de sacar ventaja ante la opinión pública, luego de la suspensión provisional que pesa sobre la alcaldía Benito Juárez para llevar a cabo festejos taurinos.
Esa medida va dirigida a la Plaza de Toros México, que se ubica en la demarcación juarense, lo que ha obligado a los organizadores a reprogramar la actividad que tenían a partir del próximo mes.
Desde hace algunos días se ha gastado mucha tinta en señalar que esa medida atenta contra una importante cantidad de fuentes de empleo directas e indirectas.
Los ‘antis’ y muchos medios carentes de rigor periodístico señalan que ‘se acabaron las corridas de toros en la Plaza México’, algo que está alejado de la realidad.
Señala la ‘parte afectada’ que las corridas de toros ponen en peligro la existencia del toro de lidia, algo alejado de la realidad pues aunque se ha comentado en reiteradas ocasiones que gracias a las corridas de toros existe el toro bravo, hay mentes cerradas que no alcanzan a ver más allá de lo que dicta su mente y no lo comprenden.
Hagamos un ejercicio. Un toro de lidia oscila la media tonelada y si usted no ha tenido oportunidad de ver uno en la magnificencia del campo bravo, he de comentarle que al igual que en la plaza de toros, en el campo el peligro está latente porque el toro acomete por su bravura y no por un afán de alimentarse.
Una res de abasto, raza Angus por ejemplo, puede llegar a pesar más de una tonelada y su manejo no es tan peligroso, ni tan costoso como el toro de lidia. ¿Cuál criaría usted para su venta en el mercado cárnico?
Pero esa es otra historia. Más allá del resultado que arroje el litigio en pro de la tauromaquia en la Ciudad de México, lo que preocupa es que ahora mismo la ciudadanía está desamparada porque quienes se supone deberían administrar justicia se han convertido en promotores de una determinada tendencia, en este caso la animalista.
Las corridas de toros podrán gustar o no, pero el deseo de querer prohibirlas se basa en la susceptibilidad de un grupo, porque en el terreno legal no se vulnera ningún derecho con la celebración de espectáculos taurinos que están enmarcados en la ley.
Un juez, en todo el rigor de la palabra, no puede basar su fallo en gustos o aficiones personales.
Todo el ruido que se ha generado en torno a la actividad taurina en la capital de nuestro país parece sacado de una novela surrealista, pues es increíble que la clase política enfoque sus baterías en querer erradicar una actividad legal, y desatienda cifras alarmantes que dan cuenta del duro momento que vive nuestro país.
En México, en marzo pasado, fueron asesinadas tres mil 632 personas, lo que da un promedio de 120 al día. Además, de enero a marzo se han contabilizado cuatro mil desaparecidos… y los políticos se desgarran las vestiduras por 66 toros de lidia que mueren en la Plaza México y cuya carne es para consumo humano.
Para finalizar, la pregunta de la semana: ¿Matar un toro es aberrante, pero matar un bebé indefenso en el vientre de su madre está bien?