Una gran actuación firmó en esta plaza gala el diestro mexicano Leo Valadez, quien a la postre saldría a hombros, luego de cortar cuatro orejas y un rabo, en el marco de la corrida charra, última de feria, en este escenario.
El coso registró tres cuartos de entrada en tarde de calor sofocante.
Se lidiaron toros de Victoriano del Río y Toro de Cortés, bien presentados y buenos en términos generales. Destacó el jugado en quinto lugar, cuyos restos fueron premiados con el homenaje de la vuelta al ruedo.
Antonio Ferrera, dos orejas y silencio; el aguascalentense Leo Valadez, dos orejas y dos orejas y rabo; Tomás Rufo, ovación y palmas.
El torero mexicano Leo Valadez atesora gran ambiente en Istres, donde ha dejado constancia de su apasionada entrega delante del de ‘negro’. Este domingo no fue la exepción, pues el hidrocálido vino dispuesto a ratificar las buenas maneras que le han llevado a ganarse un lugar en el cariño de la afición.
El segundo de la tarde correspondió a Valadez, uno de los jóvenes valuartes de la torería azteca. El primero de su lote fue de la gananadería de Victoriano del Río. Con gran decisión, el joven diestro se fue a los medios de la plaza gala para comenzar su trasteo de hinojos con dramáticos y emocionantes pases.
Ya de pie, trazó muletazos de buen gusto y mano baja ante el contento popular. Con la afición metida en su actuación se tiró a matar en corto y por derecho para dejar un espadazo hasta la empuñadura, que le valió para desorejar al morito.
Pero lo mejor llegó con el que salió en el lugar de honor. El quinto de la tarde fue el mejor astdo del festejo y Valadez lo aprovechó cabalmente. Fue un astado de ‘bandera’ con el que el aguascalentense se lució de capa.
Desde que se desprendió del burladero de matadores emocionó al cónclave. Toreó por lopecinas vistosas y alegres. Pegó chicuelinas y se ‘embarró de toro’, al esbozar la gaonera.
Con la muleta, el mexicano se mantuvo en plan superlativo. Perfecto en cada toque de muleta, templo sedosamente al toro, que acometía bravo y codicioso al engaño.
Por ambos ladoso emocionó la labor de Valadez. Un sector del público pidió el indulto, pero la autoridad no lo otorgó. Con gran decisión y mucha verdad, el hidrocálido se perfiló con la toledana para dejarla hasta los gavilanes. A petición popular el juez de plaza le otorgó las dos orejas y el rabo.
Al final, compartió la salida a hombros con el español Antonio Ferrera.