Columna Alternativa: Creencia religiosa

Creencia religiosa

Gustavo Mares

Hace algunos días, diputados de Morena y el PRI rompieron el quórum de la Comisión de Bienestar Animal del Congreso local para no discutir el dictamen de la prohibición de las corridas de toros en la Ciudad de México, por lo que el presidente de la comisión afirmó que ante el hecho de que en esta Legislatura no podrá avanzar el tema ya no se insistirá en votarlo hasta que no se instale la próxima.
Sin embargo, la suspensión de actividades taurinas en la alcaldía Benito Juárez continúa. La monumental de Insurgentes es la directamente afectada con esta medida porque no puede dar festejos taurinos, aunque sí puede llevar a cabo otro tipo de espectáculos.
Los defensores de la tauromaquia han enfocado sus baterías en hacerle ver a las autoridades la importante derrama económica que se genera en torno al toro bravo. Hablan de su relación con la ecología y de las hondas raíces culturales del espectáculo, considerado por muchos como el ‘espectáculo más joven de los espectáculos antiguos’.
Al mismo tiempo, en redes sociales, surgen puntos de vista que se prestan a la reflexión. La semana pasada, la reconocida artista plástica Filizza Trassani compartió un texto en el que toca el tema de algunas creencias religiosas, que echan mano del sacrificio de animales durante el culto, veta no explotada por los defensores a ultranza de las corridas de toros.
Al respecto, la pintora compartió: ‘Hace un tiempo hice una propuesta y nadie me ha hecho caso. Propuse que las corridas de toros se declarasen como acto de creencia religiosa, pero me tildaron de loca. La magia yoruba, mejor conocida como ‘santería’ mata animales de todo tipo y nadie dice nada. Entonces ojalá alguien me escuchara y se haga una pronta reunión en algún lado en el que se pueda proponer esto’.
‘En ambos casos se utilizan animales, ¿me pregunto cual será más cruel? Un deporte o una creencia. Aquí lo dejo para ver ambas, pero ¿por que una es castigada y la otra no? Mientras se mate en nombre de Dios todo está permitido. Taurinos piénsenlo’, apunta.
La propuesta es diferente a todas las que se han presentado a favor de la fiesta brava. Es también polémica, pero abre las puertas al debate sobre la fiesta brava y su permanencia como espectáculo enmarcado en las leyes.
Aunque algunos autores dan por hecho que los orígenes del toreo se encuentran en la guerra entre moros y cristianos en la que la aristocracia lanceaba toros a caballo a manera de entrenamiento, y posteriormente la gente del pueblo adoptó como propia la relación con el toro, hay algunos escritores que señalan que mucho tiempo antes en la península ibérica varios cultos y religiones estuvieron relacionados con el toro.
Hay que señalar que no todos los análisis antropológicos sobre las corridas de toros son mera especulación. Hay algunos trabajos sustentados con rigor científico en campos de interés socio-cultural.
La adscripición de la tauromaquia como fenómeno de origen mágico-religioso está sustentada por las investigaciones de varios arqueólogos e historiadores a finales del Siglo XIX. Como resultados de estos trabajos se han encontrado vínculos entre la actual tauromaquia y algunas religiones de la antiguedad, que se conectan entre sí con los mitos clásicos sobre la vida, la muerte, la fecundidad y todos los simbolismos que le rodean.
El debate generado por las corridas de toros se mantiene abierto. En un tema paralelo al desarrollado por Trazzani, el empresario potosino Manuel Azcona, quien prepara la feria de Cedral, comentó en este mismo espacio la arraigada tradición taurina en municipios y pueblos de nuestro México mágico en los que hay rituales religiosos.
A pesar de la controversia que gira en torno a la alcaldía Benito Juárez, que por cierto no ha fijado su postura en este tema, todo hace suponer que más tarde que temprano la Plaza México volverá a abrir sus puertas.
Dicen que quien no conoce la historia está condenado a repetirla. Cuando le ‘quitaron’ la plaza de Insurgentes al entonces empresario Alfonso Gaona, arrendatario, tuvieron que reunirse un grupo de importantes profesionales del medio taurino, que contaron con el apoyo de Manuel Camacho Solís, regente del Distrito Federal en este tiempo. La controversia en torno al inmueble propiedad de la familia Cosío se destrabó.
La historia parece que podría repetirse, pero con otros nombres y otros actores, aunque con los mismos papeles.
Para finalizar, la pregunta de la semana: ¿Y si la tauromaquia vuelve a sus orígenes con el toro de cinco y el torero de 25?