A sus 75 años de edad, Zeferino Romero es conocido en el medio del atletismo mexicano como ‘El Torero’. Apenas este domingo participó en una carrera de cinco kilómetros, que tuvo como escenario los alrededores del Parque Tezozomoc, en Azcapotzalco.
Aunque ahora mismo el ambiente taurino en nuestro país se ha visto ‘ensombrecido’ por los ataques antitaurinos es de llamar la atención que ‘El Torero’, antes de dar inicio a la carrera, recibió gran cantidad de ovaciones y gritos de apoyo de los presentes.
‘En mis años mozos fui torero, de ahí mi apodo’, comenta Zeferino, quien mantiene una gran condición física y la figura erguida, clásico de los que visten de luces. ‘Es muy difícil llegar a ser figura. Tuve oportunidad de torear varias novilladas, pero al final del día, por diversos motivos, me tuve que quitar’, reconoce con cierto aire de melancolía.
‘Toree no más de diez novilladas, casi todas en pueblos. La plaza más importante en la que hice el paseíllo fue la Plaza Revolución de Irapuato’, comparte Zeferino, quien tiene convertida su casa, casi enfrente del parque, en un museo taurino en el que hay una escultura española de un toro de tamaño natural.
Su sala, completamente roja y amarilla, como las muletas de los toreros, da cuenta de su arraigada afición. Por si quedara dudas, el patio de su casa lo convirtió en un ruedo en el que el juez de plaza también tiene cabida.
Aunque no pudo tomar la anhelada alternativa, Romero reconoce que la tauromaquia es una escuela de vida: ‘A lo mejor por tu cercanía con la muerte, pero aprendes a valorar cada instante de la vida. En lo particular, adopté mi otra gran pasión: El atletismo. En gran parte se lo debo a la profesión taurina, porque te obliga a entrenar y mantenerte en forma’.
Lamenta ‘El Torero’, que ahora mismo la fiesta brava mexicana atraviese por duros problemas generados por la tendencia prohibicionista: ‘Es un error muy grande querer suspender las corridas de toros, por cualquier lado que se le vea. Es un espectáculo cultural con hondas raíces en nuestro país. Genera empleos y da una opción para salir adelante a las personas que no tienen una condición económica boyante’.
‘Pero más allá de todo eso, si se prohiben los festejos taurinos, el toro bravo estaría destinado a su extinción’, comenta con gran pasión Zeferino Romero, quien a sus 75 años de edad, atesora una condición física envidable, que ya quisieran muchos ‘gachós’ con sus ‘veinte primaveras’.