Ahora que está de moda el debate antitaurino, en este espacio hemos querido hacer un viaje al pasado, y recordar cuando hace cuatro años, el reconocido documentalista y animalista Frank Cuesta, después de una serie de programas, determinó que sin las corridas de toros el desastre ecológico ‘sería bestial’.
A continuación, aquella noticia que hizo tambalear el discurso anti:
Frank Cuesta, reconocido animalista y antitaurino, que conduce programas especiales en la televisión de España, realizó una serie de cuatro emisiones dedicadas al toro bravo. Bajo la premisa de que ‘no se puede prohibir algo que se desconoce’ polarizó la atención de los televidentes españoles.
Asegura, entrevista a la prensa española, que los toreros ‘no son asesinos ni sanguinarios, son gente normal. Lo que más me ha sorprendido es el respeto por la vida que tienen los taurinos. He aprendido más cosas positivas que negativas sobre la tauromaquia’.
‘Me han sorprendido muchas cosas, he tenido que rectificar en muchas leyendas que los antis utilizamos y que no son verdad. Sigo siendo antitaurino, pero te cambia el chip de todo lo que hay alrededor del mundo del toro. Es impresionante cuando hablas con los toreros y sientes el respeto que tienen por la vida. Lo que he visto en todo este tiempo es que te parte un poco en dos el corazón, porque hay una parte que no te gusta y quieres que se acabe, pero al mismo tiempo es la base que lo sostiene: todo lo bien que vive el toro en su vida es para salir al ruedo y que dé lo mejor que tiene, que haga lucir al torero y que sea el final de su vida’, apunta.
‘Si se prohibieran los toros, el desastre ecológico será bestial. Creo que la fórmula de transformación de la tauromaquia para el futuro tendría que ser algo que se pactara entre los taurinos ecologistas y gente que entiende de naturaleza. A los animalistas no les encargaría nada porque viven en una ciudad y no saben lo que es el campo. El futuro del espectáculo taurino lo veo como espectáculos a nivel privado, pero nunca terminará porque siempre ha sido una tradición.
‘Es una fuente de riqueza y de biodiversidad animal y vegetal increíble y yo nunca he estado en contra de eso. Estoy en contra del espectáculo, pero me ha cambiado la perspectiva de las viejas leyendas de que al toro se le maltrata por aquí y por allá. Durante 20 minutos al toro se le clavan banderillas, se le da un puyazo y se le mata con la espada, pero por otra parte entiendes que esa gente ni es mala ni es sanguinaria ni está allí para disfrutar del dolor del toro, con lo cual te llevas la historia de que conoces muy buena gente, muy ecologista, que es muy diferente de ser animalista’, comenta.
Sobre el público taurino, dice: ‘Para ellos es el baile entre la fuerza del toro y la elegancia del torero y no ven al toro como un animal al que haya que machacar y hacer sufrir sino todo lo contrario, que el torero haga la faena y que termine con el toro lo antes posible, para que haya el menor sufrimiento posible’.
Para concluir, señala: ‘Ya querrían la vida que tiene el toro bravo todas las vacas del mundo que están en ganaderías para carne o leche’.