Foto Cortesía: @leo_valadez97 / Miguel Hernández
El matador de toros mexicano Leo Valdez se convirtió en el triunfador del festejo celebrado este sábado en la plaza española de Salamanda, donde cortó dos orejas.
Ante media entrada en tarde agradable se lidiaron toros de La Ventana del Puerto y de Puerto de San Lorenzo, desiguales de presentación, algunos justos de remate, y de juego dispar. Con clase y recorrido el primero, descompuesto el segundo, cambiante el tercero, rebrincado el cuarto, bravo y encastado el quinto, con transmisión y recorrido el sexto.
Miguel Ángel Perera, ovación y dos avisos; Paco Ureña, ovaciónj y oreja tras aviso; Leo Valadez, oreja y oreja.
Grata impresión de Leo Valadez con el tercero, hizo sonar el estribo en su encuentro con el caballo, queriéndose quitar el palo. En la muleta tuvo dos partes una primera en la que se arrancó con prontitud, recorrido y franqueza por el derecho.
Sin embargo fue echársela Leo a la zurda, con escaso recorrido en la embestida, y empezamos a ver otra película. “Rayito” era otro al volver a la diestra, acortando el viaje y saliendo desentendido al rematar el muletazo.
El mexicano se mostró muy variado con el capote, solvente en banderillas eso sí siempre por el mismo pitón, ya con la muleta inició el trasteo con un molinete de rodillas casi en los medios, eligiendo la larga distancia en los cites, corriendo bien la mano.
Al probarlo al natural aquello se vino abajo, cambiando la condición del animal, no le quedó otra al mexicano que pegarse un arrimón, antes de cobrar un espadazo hasta los gavilanes.
Se empleó en varas el que cerraba función, romaneando, el toro con más cuajo y remate de la corrida, largo y alto de agujas. Con desigual fortuna, pero con recursos, pareó Valadez. El mexicano brindó la faena al maestro “Capea”. Valadez le puso la muleta por delante al de Fraile otro animal importante.
Acelerado en el primer tramo del trasteo, fue bajando velocidad para templarse y templar a un “Renacuajillo” de excelente condición, con transmisión y recorrido en la embestida. De torero «con la hierba en la boca», abrochó la faena con unas manoletinas de rodillas, se fue sin pensarlo tras la espada, no dejó escapar el triunfo.
Al término del festejo, el torero hidrocálido salió a hombros.