Hay cosas más importantes
Gustavo Mares
De repente el intento de madruguete y en la cámara de diputados se preparaban para votar respecto a si continúan o no en nuestro país las corridas de toros. Se aplazó para el jueves, cuando los legisladores, decidan el futuro de la industria de la tauromaquia en nuestro país.
Es patético que legisladores del PRI y del PVEM enfoquen sus baterías en querer erradicar una actividad que paga impuestos, cuando el país requiere atención seria y profunda en temas como seguridad, educación y salud.
Lo peor de todo el asunto es que quienes tienen posibilidades de dar la cara por la tauromaquia desde adentro de la esfera política no lo hacen. Salvo el empresario Pedro Haces Barba, quien montó la Feria de Zacatecas, contra viento y marea, otros personajes hacen mutis y dejan a su suerte el toreo como el caso del ganadero y senador Armando Guadiana Tijerina.
El coahuilense, que entre sus empresas tiene la comercialización de carbón, atesora paso directo con el presidente de nuestro país, Andrés Manuel López Obrador. Pero de nada le ha valido a la tauromaquia mexicana la influencia que podría tener Guadiana. Acaso porque pertenece a la corriente del zacatecano Ricardo Monreal, quien no es bien visto por el primer mandatario de nuestro país.
Ahora más que nunca, la tauromaquia mexicana está en uno de los momentos más álgidos de la historia. No sólo es la corriente animalista y el sentimentalismo absurdo; tampoco el botín que pelean y que representa mucho para la clase política, sino también porque los propios profesionales no han dado ese empujón que desde su trinchera podrían darle al espectáculo del que viven.
Hay toreros de nuestro país que alegremente se dejan pedir en algunos escenarios alrededor de 800 mil pesos, pero desafortunadamente no meten ni un tercio de entrada a las plazas.
Algunas empresas ofrecen ‘gato por liebre’ a los aficionados, que pagan un boleto para ver una corrida de toros, pero presentan una novillada adelantada y burdamente arreglada. Así no se puede. Hacen lo más difícil que es meter al público a la plaza, pero la ahuyentan de alguna u otra manera.
La tauromaquia es un espectáculo muy caro de montar. Los precios que giran en torno a una papeleta taurina suelen ser elevados y todos exigen las mejores condiciones, pero son pocos los que se preocupan por meter público a las plazas. Son contados los toreros o las empresas que hacen la promoción adecuada.
La fiesta brava está ‘contra las cuerdas’ y mañana será un día muy importante para la especie del toro bravo, porque si se acaban las corridas de toros, esa especie de bovino se extinguirá.
El PVEM mandó al matadero a los grandes felinos que trabajaban en los circos y ahora van por los toros.
Para finalizar, la pregunta de la semana: ¿No hay temas más importantes qué resolver?