Afronta Rafael de Alba con gran ilusión la tarde del adiós

Sabedor de que ‘por ganas no paró’, pero con el agridulce sabor de que pudo haber llegado más lejos de haber tenido algún apoyo, aunque fuera mínimo, el diestro Rafael de Alba dirá adiós a la profesión el 19 de marzo en el marco de la Feria de San José en Almoloya de Juárez, Estado de México, donde alternará con Octavio García ‘El Payo’ y la colombiana Rocío Morelli para lidiar toros de Valparaíso, festejo que será abierto por el caballista cafetalero Andrés Rozo, quien saldrá acompañado por los Forcados de Pachuca.
‘Me voy porque todo tiene su momento y creo que en mi caso llegó la hora del adiós. Las fechas brillan por su ausencia y ahora que surgió este festejo, creo que es el instante preciso. Además es un cartel bonito. Ese día me cortaré la coleta y no volveré a vestir de luces, aunque en el campo bravo será diferente, porque ahí siempre que pueda me daré las tres’, comenta el valiente diestro mexicano, durante su visita a esta Casa Editorial.
Durante su paso por los ruedos, De Alba tuvo oportunidad de sumar importantes tardes en centroamérica. ‘En Guatemala, El Salvador y Belice sumé fechas y me gané un dinerito bastante bueno’, recuerda.
Agradece especialmente a la familia Bailleres, que: ‘Me apoyaron en mis inicios. Recuerdo esa sensación de recibir mi primer dinero ganado como torero. Fue en la Plaza Caletilla de Acapulco y todo se lo debí a don Alberto Bailleres y familia, dueños de Espectáculos Taurinos de México, actualmente Espectáculos Monterrey’.
‘El dinero de los toreros es sagrado y con esa empresa lo recibió por primera ocasión en mi vida, un grato recuerdo’, comenta Rafael de Alba, quien para el importante compromiso que le espera el día 19 está por adquirir un vestido de torear, ‘que no es nuevo, pero sí está bonito. En caso de llegar a un arreglo con el dueño de ese terno será el que vista en mi despedida y obviamente el que guardaré con un recuerdo muy especial’.
Aunque se quedó con la ilusión de confirmar el doctorado en la Plaza México, Rafael de Alba a sus 54 años ha podido cristalizar el sueño de hacerse de un cortijo: ‘El dinero, mucho o poco que gané, me permitió hacerme de un cortijo en Aculco, Estado de México, lo que me permite vivir en torero las 24 horas del día’.
El caso de Rafael de Alba es el de esos toreros, que las empresas no supieron aprovechar ni valorar en su justa medida.
Asegura con el corazón en la mano, que la fiesta brava le ha dado todo lo que tiene, ‘incluida mi hermosa familia’. Pero también es categórico al hablar de lo que él le ha dado a la tauromaquia: ‘Yo le he dado mi vida entera. He pagado con sangre y fracturas mi vocación, pero no me arrepiento y si volviera a nacer, torero sería de nuevo’.