Después de no presentarse en público en más de quince años, el diestro capitalino Miguel Reyes ‘El Niño de Biafra’ encabeza un festival de lujo a celebrarse el día 29 en la Plaza de Toros La Florecita en Ciudad Satélite, donde alternará con Israel Téllez, Fermín Rivera, José Mauricio, José Sainz y el aficionado práctico Juan Carlos Alvirez, para lidiar un encierro de San Felipe Torresmochas, ganadería propiedad del desaparecido criador de reses bravas José Murillo Alvírez, a quien se rendirá homenaje con este cartel.
Torero de recia personalidad, ‘El Niño de Biafra’ habla con gran pasión del arte de lidiar reses bravas: ‘Me hace gran ilusión torear este festival. Hace mucho tiempo que no toreo delante de público, tanto tiempo como quince años. Sin embargo, uno nunca deja de ser torero y entreno constantemente, me preparo diario. Es un hábito que se queda luego de tantos años como torero en activo’.
‘Jamás dejamos de ser toreros. Es como un médico o un arquitecto, por ejemplo. Cuando dejan de ejercer no se convierten en ex doctores. Así pasa con los matadores de toros’, comenta Reyes, quien se forjó a la vieja usanza en la que la personalidad es parte fundamental para ser torero.
‘Ya no ejerzco como cuando estaba en activo. Creo que andaré al veinte por ciento de cuando vestía de luces, pero siempre entreno y me preparo’, subraya. Es quizá por ello, que el valiente torero aún vestido de civil, luce siempre en la línea, elegante. Camina derecho y gallardo, como si estuviera haciendo el paseíllo. Quienes le conocen saben que no es pose es su personalidad.
Sobre el festejo en el que está programado, comenta: ‘Es en memoria del ganadero José Murillo, propietario de San Felipe Torresmochas. Llevo gran amistad con Juan Carlos Alvírez y fue él quien me invitó a participar en este festejo, que me tiene muy motivado. El novillo que lidiaré anda en 380 kilogramos aproximadamente’.
‘Física y mentalmente estoy bien. Me siento al ciento por ciento por lo que creo que no deberé tener problema, aunque claro que el tiempo siempre te pasa factura, pero el ánimo ese no cambia, me siento como la primera vez que me presenté en público, puedo decirte que me siento Niño de Biafra por siempre’.
‘La afición y querer ser nunca cambian. Esas ganas de querer demostrarle al público, pero sobre todo a ti mismo de que eres capaz de pegarle muletazos a un toro bravo nunca cambian’.
‘El Niño de Biafra’, quien durante su época en activo llegó a gozar de gran cartel del otro lado del Atlántico, pone el dedo en la llega y habla de la falta de toreros con personalidad, pues actualmente muchos se parecen: ‘Hay que ser lo que pareces. Antes decían que los toreros parecían toreros; los boxeadores lucían como pugilistas y así en todas las disciplinas. Incluso era normal que los que vestimos de luces ocupáramos un lenguaje muy particular, justo como también lo hacían futbolistas y boxeadores, por mencionar algunos ejemplos. Se ha perdido ese misticismo de actuar siempre como lo que eres, torero u artista’.
‘Creo que en lugar del surgimiento de muchas escuelas de toreros, deberían poner escuelas de actitud, para que el que quiera ser algo sienta su profesión. Por ejemplo, los artistas de antes se sentían y se veían diferentes al resto de la gente’.
‘Ahora verlos como cualquier civil es común. Los toreros eran gente de otra galaxia, eras torero toda tu vida desde que abrías los ojos hasta que te dormías y aún dormido seguías pensando como torero’, comparte con desbordante afición un señor torero de los pies a la cabeza.