‘Estoy tranquilo porque no me guardé nada. Era una tarde muy importante en la que había que dejarlo todo en el ruedo’, dice el diestro Diego Silveti, quien convalece en un hospital de Aguascalientes, luego de la cornada que sufrió el pasado domingo en el marco de la Feria de San Marcos en la que el primero de su lote le hirió en el muslo derecho.
Para el torero de dinastía es la cornada número doce que sufre, por lo mismo: ‘Supe diferenciar inmediatamente entre una voltereta y una cornada. Me sentí calado cuando iba en el aire’.
‘Desde que decidí abrazar esta profesión comprendí la dureza que conlleva. Mi padre me explicó claramente la ética y la patética de la tauromaquia. Es algo inherente a la profesión’, comenta el valiente guanajuatense, que habla con tranquilidad, sin estridencias ni malas palabras. Es elegante hasta para convalecer.
En el sentido de la ‘ética y la patética’, el desaparecido maestro David Silveti, padre del inconmensurable Diego, consideraba que el toreo era totalmente contrastante en el sentido de que en un festejo se puede ir de lo más hermoso y ligado a los valores de ética y expresión, a cosas como pinchar un toro ocho veces, o fracasar… Y también las cornadas.
El valiente torero guanajuatense enfatizó la importancia de no pasar inadvertido en la feria sanmarqueña: ‘La del domingo en Aguascalientes era una tarde muy especial, una de las más importantes del año por lo que había que estar ahí y darlo todo. Aquí en la cama del hospital puedo decirte que estoy bien conmigo mismo, porque no me guardé nada’.
Aunque aparentemente es un ser humano común el que le da vida al traje de luces, los hombres que calzan este vestido de seda y oro, por alguna extraña razón cobran una fuerza sobrenatural que les lleva a lograr gestas como las de Diego Silveti, quien aún con las carnes abiertas se quedó en el ruedo hasta el final de la función en la que se dio el lujo de regalar un astado. ‘Quiero dejar claro que no soy el primero, ni seré el único torero que se ha quedado en el ruedo aún herido. Creo que es la vocación, es el hecho de hacer lo que más te apasiona aún a costa de cualquier precio’, comparte Silveti del Bosque con gran sinceridad.
‘En mi caso, soy muy católico y creo que Dios me da la fortaleza para soportar esto. En esos momentos, ahí en el ruedo, piensas en la religión, en tu familia, en el hecho de que en el mundo hay personas que sufren dolores más fuertes que el tuyo y de ahí sacas la fortaleza para seguir adelante’, apunta el salmantino, que mañana podría abandonar el sanatorio para continuar con la rehabilitación en el calor de su hogar.
Tiene la intención de reaparecer el 5 de mayo, aunque todo dependerá de la evolución que tenga la herida: ‘Esa es mi intención, tengo firmada la tarde del día 5 y quiero estar presente. Son varios días y creo que podré estar listo para afrontar el compromiso’.
Padre de familia, el diestro cuenta con el apoyo incondicional de su familia. Desde que contrajo nupcias, a su esposa le han tocado un par de percances, sin embargo, para su vástago, la cornada del pasado domingo es la primera que vive de manera consciente pues anteriormente le tocaron siendo aún muy bebé. ‘Desde que éramos novios, mi esposa ha sabido lo importante que es el toreo para mí y para mi familia. Es vocacional. Torear es lo que me hace feliz’.
Y con Diego Silveti, matador de toros de profesión, queda claro que el toreo es un ejercicio del espíritu.