Llamarada de petate
Por Gustavo Mares
Ya lo comentábamos en este espacio. Después del fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el amparo que impedía la celebración de festejos taurinos en la capital del país, aún fuera de temporada, no procedería.
Entrada la noche del lunes se supo que la Jueza Primero de Distrito en Materia Administrativa en Ciudad de México, Minerva Mendoza, echó para atrás la suspensión definitiva a la asociación civil que pretendía prohibir los festejos taurinos en la Plaza México.
El juicio de amparo se promovió el pasado 23 de abril; sin embargo, el 13 de mayo, en sesión extraordinaria, los magistrados del décimo tribunal colegiado en materia administrativa revocaron el fallo de primera instancia.
Con ‘luz verde’ para abrir sus puertas, la empresa del coso grande espera a que pase el próximo fin de semana en el que México sostendrá una de las jornadas electorales más importantes de la historia. Tras esta fecha comenzará la cuenta regresiva para que anuncie la celebración de una serie de novilladas con las que irá allanando el camino para llevar a cabo la Temporada Grande de este año, misma que habrá de comenzar el último trimestre del año.
Salvo algún giro inesperado en el guión, todo apunta a que problemas más, problemas menos, pero la monumental de Insurgentes abrirá sus puertas para albergar a lo más selecto de la torería mexicana e internacional.
La importancia de la temporada de novilladas en la celebración de la Temporada Grande obedece a que por reglamento, la empresa debe dar doce festejos menores si es que quiere poner a la venta el derecho de apartado. Sin temporada novilleril no hay venta del apartado. Así de sencillo.
Este tipo de amparos, que en el camino se irán desechando, lo único que podrían hacer es ‘colocar obstáculos’ para que eventualmente se dificulte la celebración de novilladas con las consecuencias previstas.
Sin ser oficial, en la temporada 2024-25 en la plaza de toros más grande del mundo, podría haber dos participaciones especiales y obligadas: las de Enrique Ponce, en campaña de despedida, y la del madrileño Julián López ‘El Juli’, quien podría salir del retiro para decirle adiós al país en el que se forjó como hombre y torero.
Enrique y Julián consolidaron sus carreras gracias al decidido apoyo del doctor Rafael Herrerías Olea, quien por entonces manejaba los destinos de la Monumental.
Ponce Martínez toreó por primera vez en la México el 13 de diciembre de 1992. Alternó con Guillermo Capetillo y David Silveti. El español, vestido de blanco, sólo pudo lidiar al burel de la ceremonia ‘Nevado’ de nombre, de La Venta del Refugio, que le pegó una cornada en el muslo derecho.
Cada temporada, sin faltar. Herrerías Olea lo programó. Algo le vio. Y la intuición no le falló.
Muchos años después y en una situación diferente, llegó Julián López Escobar, niño prodigio del toreo español, que por cuestión de leyes, no podía torear del otro lado del Atlántico y buscó cobijo en nuestro país.
Fue Rafael Herrerías quien le tendió la mano y pronto lo debutó. Se presentó ‘Juli’ en una corrida mixta en Texcoco el 16 de marzo de 1997. La impronta que dejó le llevó a presentarse en la Plaza México.
Como novillero cosechó importantes éxitos hasta su consolidación en las filas menores, tras la gran faena a ‘Feligrés’, burel también de La Venta del Refugio, dehesa con la que Ponce sufrió su bautismo de sangre. Aquella tarde el juez indultó al astado. Julián años más tarde llamaría a su finca española ‘Feligrés’.
Todavía faltan muchos meses para el último trimestre del año, pero los principales diestros españoles ya miran a nuestro país.
Para finalizar, la pregunta de la semana: ¿Tendremos presidenta taurina?