El camino al infierno…
Gustavo Mares
El festival benéfico del pasado fin de semana en la Monumental de Apizaco ‘Rodolfo Rodríguez El Pana’ resultó interesante y se presta a la reflexión.
Lo rescatable fueron las destacadas actuaciones de los triunfadores Fermín Rivera y Héctor Gabriel, además de Juan Luis Silis que firmó la faena de la tarde.
El primer trofeo fue a parar a la espuerta del potosino Fermín Rivera, torero de poca difusión mediática. Su desempeño en el ruedo es impecable. Siempre bien colocado y con una clara idea de los secretos de la lidia, el torero continuador de una destacada dinastía taurina mexicana está convertido en un ‘torero para toreros’.
El caso del poblano Héctor Gabriel llama la atención. Atesora muy buenas maneras y mucho valor. Es habitual verle desplegar una apasionada entrega delante del toro, pero por alguna extraña razón su nombre no suele aparecer en las combinaciones.
Durante la pandemia, el poblano fue uno de los toreros más activos. Aprovechó cualquier resquicio para dejarse ver. Algo ocurrió que poco a poco se fue apagando. Ojalá que la tarde de Apizaco sirva para relanzar su carrera, porque argumentos sólidos tiene.
La faena de la tarde la cuajó el diestro de Iztacalco, Juan Luis Silis, a quien le tocó en suerte un buen astado de El Grullo, con el que toreó por nota.
Alumno del desaparecido Mariano Ramos Narváez, inconmensurable lidiador, Silis puso en práctica todo lo que aprendió. Potenció con capote y muleta el bueno juego del burel jalisciense. La afición pidió el indulto, pero Silis con profesionalismo y sinceridad se tiró a matar. El gozo se fue al pozo, porque lo que pudo haber sido una actuación redonda quedó en una vuelta al ruedo.
El periodista Jaime Oaxaca, quien se caracteriza por lo punzante de su pluma, no dudó en ponderar la actitud del torero del barrio de Santa Anita. ‘Si Juan Luis Silis fuera un torero marrullero, como algunos que andan por ahí, hubiera logrado que el juez indultara al de El Grullo, pero tuvo el valor y la decencia de tirarse a matar, lo pinchó y todo quedó en vuelta al ruedo’, compartió en redes sociales.
Silis, como el resto de los toreros, no deben olvidar que las orejas son para los toreros como los goles para los futbolistas. De nada sirve jugar bien un partido si no se gana. Sin orejas no hay contratos.
Lo negativo del festejo dominical en Apizaco radicó fundamentalmente en la mala planeación y difusión.
Para confeccionar este cartel la Asociación Nacional de Matadores de Toros hizo varias llamadas telefónicas. Hubo algún torero que aceptó, pero luego cambió de opinión porque no quería alternar con algunos de los diestros anunciados.
Tras sortear los problemas en la confección del cartel llegó el momento de hacerle promoción. Pero la agrupación fracasó estrepitosamente.
Primero hicieron circular el cartel y posteriormente organizaron dos conferencias de prensa en días distintos. Las conferencias no aportaron mayor información. El resultado: los medios de comunicación hicieron poco eco de este festejo, que perseguía el objetivo de recaudar fondos luego de la grave cornada que sufrió en el cuello Alberto Ortega.
Dicen que ‘el camino al infierno está lleno de buenas intenciones’. La afición brilló por su ausencia en la taquilla. Se comenta que apenas se vendieron 200 boletos. Qué fuerte y qué triste..
Para finalizar, la pregunta de la semana: ¿Y si todos los participantes hubieran hecho mejor la mexicanísima ‘coperacha’?