El diestro Saúl Jiménez Fortes, quien durante su carrera ha sido duramente castigado por los toros, se alzó como el máximo triunfador en la Feria de Málaga, donde desorejó a sus dos enemigos.
Ante un lleno en tarde de ‘no hay billetes’ y con un calor abrumador, Fortes destapó el frasco de la esencia y cortó cuatro orejas en el mano a mano que sostuvo con el peruano Andrés Roca Rey, quien cortó dos apéndices.
Se lidiaron dos toros de Núñez del Cuvillo (primero y segundo), dos toros de Jandilla (tercero y sexto) y dos toros de Daniel Ruiz (cuarto y quinto bis). El primer toro fue premiado con la vuelta al ruedo. Mal presentado el quinto bis.
Fortes, dos orejas, oreja y oreja; Roca Rey, ovación, oreja y oreja.
Se le hizo entrega a Fortes del Capote de Paseo como triunfador de la Feria Taurina de 2023.
Y el sueño recurrente de Jiménez Fortes, aquel niño pequeño que mamó desde que nació el mundo de los toros, ¡se cumplió! Ese niño que tantas tardes ha visto la cruz de la fiesta, que el sistema quiere dejarlo fuera de juego, ese niño que soñaba con un toro bravo que le permitiera desarrollar el toreo más exquisito y puro sobre el albero de La Malagueta. Hoy, ese niño, ha visto cómo su sueño, se hacía realidad.
Para empezar a cumplir ese sueño se fue a porta gayola, a recibir a su primer toro de la tarde, un animal de Núñez del Cuvillo de buenas hechuras, bonito y con cara de embestir. Y así fue, la larga cambiada salió bien e inmediatamente le enjaretó unas verónicas pero el de Cuvillo iba a salir suelto. Saúl se vino al tercio y aquí le brindó un ramillete de verónicas de dulce, echando los vuelos del capote y lanceándolo muy lentamente.
Brindó al público y se puso de rodillas en el centro del ruedo, con la muleta como el cartucho de pescao de Pepe Luís Vázquez, y empezó a torear la maravillosa embestida del Cuvillo. ¿Qué torero no sueña con un toro así?, imposible, por una vez le tocó a Fortes. Lo toreó a placer, cruzándose, en el sitio que cogen los toros, sobre ambas manos, los naturales eran largos, templando la muy buena embestida, gustándose, gustando y levantando al personal de los asientos.
El cambio de mano fue espectacular y el toro espléndido, quería comerse la muleta, con la cara humillada todo el rato. Con la última tanda sobre la mano derecha rugió La Malagueta, bajó mucho la mano y lo llevó atrás de la cadera. Llegó la estocada y La Malagueta se cubrió de pañuelos blancos pidiendo las dos orejas.
La tarde no acababa ahí, quedaban dos toros, había que seguir por el mismo tenor y logró cortarles sendos trofeos.