Foto ÁNGEL SAINOS
La novillada en la México comenzó como tercia pero terminó en ‘encerrona’ por sendas cornadas a los dos primeros espadas: Luis Garza y Daniel Prieto (foto). Joel Castañeda se quedó con los seis bureles, pero tuvo un pobre balance porque dos astados se le fueron vivos.
Se lidiaron novillos de Gonzalo Iturbe, presentados y de juego desigual, pero con emoción por casta o peligro. La plaza registró mala entrada.
Encierro serio el de Iturbe con más furia que casta.
el festejo
La séptima novillada de la temporada en la Plaza ‘Monumental’ de la Ciudad de México finalizó con los novilleros mexicanos Luis Garza y Daniel Prieto en quirófano, mientras su compatriota Joel Castañeda, terminó toreando seis reses sin lograr trofeo y dejando ir dos vivas.
Los novillos del hierro de Gonzalo Iturbe estuvieron todos bien presentados. De dispar juego, pero con emoción por casta o peligro, en una corrida en la que se registró menos de un cuarto de entrada.
La corrida de Gonzalo Iturbe imperó sobre unos diestros sin recorrido pasado, pero tampoco venidero por lo visto hoy en la Plaza México.
Encierro serio el de Iturbe con más furia que casta.
Luis Garza tuvo una breve presentación, pues un ejemplar que se colaba siempre le propinó una cornada genital.
El animal pasó a ser responsabilidad de Joel Castañeda, quien no fue capaz de lidiarlo ni liquidarlo. por lo que escuchó los tres avisos.
Siguió un serio cardeno de embestida colérica y recibió un “tres en uno” en el peto.
El novillero Daniel Pietro mostró temor, no solo con la decisión de castigar en demasía al toro.
Su labor de capote, banderillas y muleta la hizo con el gesto encogido; aunque la última, brevemente, porque pagó el miedo con una derrote sobre su trasero.
De nuevo, Joel Castañeda tuvo que asumir el novillo de un compañero.
Estuvo por debajo de un gran ejemplar que, a pesar del castigo y muchos trapazos que recibió, mantuvo la quijada reunida hasta su muerte.
Joel dejó una buena trasera y un certero descabello.
A Castañeda le quedaba por delante el ‘vía crucis’ de torear cuatro novillos.
El tercero de trapío y casta atemorizantes se quedó esperando desde un titubeante capotazo del joven que le puso a la defensiva.
Desapareció del ruedo la vergüenza torera y se envió al utrero hasta cuatro veces al caballo. La primera desde dentro de los tercios.
Con la muleta, el espada solo ayudó a incrementar el peligroso sentido del bien armado astado.
En cambio, Joel quedó desarmado en varias ocasiones y contempló irse vivo a un rival por segunda vez en el festejo.
Un cuarto cardeno supuso la rajada indisimulada del aspirante a matador.
Pasó más tiempo tras el burladero que en el albero y el manso causó recelos en las cuadrillas también.
Los subalternos tuvieron una tarde espantosa en general.
Un bajonazo causó el final del de Iturbe.
La nobleza del quinto permitió un poco de paz a Joel, quien al menos logró realizar pases completos.
La embestida limpia de la res subrayó una ejecución sin quietud y en paralelo del novillero.
Los oles se mezclaron con los reproches y con dos estocadas mató al quinto.
Para cerrar plaza salió uno endeble, con el que Joel Castañeda extendió para nada su labor.
Concluyó la tarde con división de opiniones sobre el papel de novillero y ganado, mientras que las heridas tras la corrida en ambos novilleros mexicanos, si bien dolorosas, no resultaron graves.