El torero mexicano César Pacheco, herido de gravedad en el cuello el pasado 4 de septiembre en una novillada en España, recibió el alta hospitalaria y ahora seguirá el tratamiento que le fue prescrito, informaron fuentes hospitalarias.
El percance se produjo en la localidad murciana de Calasparra (sureste), al entrar a matar al segundo toro de su lote, que lo prendió en un muslo y, una vez en el suelo, lo corneó en el cuello.
Tras una primera asistencia en la enfermería de la plaza para contener la gran hemorragia que sufría, el novillero azteca fue trasladado, primero a un hospital local y luego a otro de la capital murciana donde pasó cinco días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
Pacheco, tras salir del hospital en las últimas horas, se trasladó a vivir a la ciudad de Valladolid (norte), donde reside su apoderado, el matador de toros Leandro Marcos.
Cuando se produjo la grave cornada, que puso en riesgo la vida del joven torero al afectar a zonas vitales y provocar una gran hemorragia, éste tenía entreabierta la puerta grande al haber cortado una oreja con el primer toro de su lote.
El novillero, a través de redes sociales, dijo que tras el duro trance que vivió en el redondel ahora toca el turno a lo más complicado: la rehabilitación.
‘Familia y amigos, hoy recibí el alta, y ahora se viene lo difícil, la recuperación. Estaré esperando con ansias el momento de reaparecer y mostrarles mi mejor versión, así mismo mi deseo y ambición por lo que quiero ser en el toreo, claro, el cuerpo y mi mente serán quienes marquen esa pauta tan importante’.
‘También sigo sin tener las palabras correctas para agradecer tantas muestras de cariño recibidas durante todos estos días. Mencionando también a quienes me estuvieron cuidando en el hospital, presencial y espiritualmente, gracias de todo corazón, me hicieron sentir en familia y en casa’.
En un comentario anterior, el novillero mexicano compartió: ‘Hay tanto que quiero contarles y escribirles, pero por ahora lo único que diré con el corazón en la mano es gracias por sus muestras de apoyo y de cariño, y gracias especialmente al doctor Ricardo Robles, y a mi amigo Jesús Fernández, porque sin la intervención de los dos, yo ahora mismo no estaría con vida’.