Fotos ÁNGEL SAINOS
Heroica actuación firmaron los diestros que pudieron actuar este domingo en la Plaza México hasta que la lluvia obligó a la suspensión de este primer serial, que sustituye a la Temporada Grande.
Remaron contra viento y marea en la llamada corrida ‘Charro-Taurina’. Primero tuvieron que imponerse al desazón de hacer el paseíllo en un escenario monumental que registró más cemento que almas. Posteriormente tuvieron que hacer frente a las duras ráfagas de viento que azotaron a lo largo de la tarde y que presagiaban la lluvia que comenzó a caer apenas saltó al ruedo el segundo de la función. Condiciones climatológicas que se volverían aún más adversas hasta que tras la lidia del cuarto, bajo un torrencial aguacero, no quedó más remedio que dar por terminado el festejo.
Ante una pobre entrada en un escenario taurino para más de cuarenta mil espectadores se lidiaron toros de San Marcos, de imponente presentación y de juego desigual.
Abrió plaza el rejoneador Cuauhtémoc Ayala, quien se presentó en el coso grande, luego de una exitosa gira del otro lado del Atlántico. El centauro del sureste mexicano saludó desde el tercio, mientras que los restos de ese burel fueron ovacionados en el arrastre al destazadero.
En la lidia a pie confirmó la alternativa Luis Ignacio Escobedo, a quien le correspondió el toro ‘Petirrojo’, astado de 478 kilogramos herrado a fuego con el número 156.
Para mala fortuna del zacatecano, una vez consumada la suerte de varas, el toro se estrelló en un burladero y se fracturó un pitón. El poco público solicitó el cambio del toro, pero el juez con base en el reglamento, hizo caso omiso. Como era de esperar, la afición poco tomó en cuenta lo que hizo el valiente torero de los ojos verdes.
El jalisciense Pepe Murillo no se guardó nada y desde que se abrió de capa derrochó gran voluntad por agradar.
Se tiró con gran decisión en la suerte suprema. Fue prendido en tres ocasiones y resultó con una cornada. Los primeros reportes médicos señalan que fue una cornada en el Triángulo de Scarpa derecho de dos trayectorias, una de ocho centímetros y otra de diez centímetros. Fue trasladado al sanatorio en el que al cierre de esta edición continuaba en el quirófano. Lo reportan fuera de peligro.
El cuarto de la función correspondió al diestro de Iztacalco, Juan Luis Silis, quien mostró una técnica sólida y gran oficio. Es evidente que logró abrevar el toreo gracias a las enseñanzas del desaparecido torero-charro Mariano Ramos.
Para mala fortuna de Juan Luis el aguacero tomó fuerza durante su actuación por lo que los aficionados poco valoraron su actuación al estar más preocupados por resguardarse del agua. Pasó fatigas con el acero y escuchó un aviso. Los pocos ‘parroquianos’ que aguantaron estoicos la lluvia le tributaron una fuerte ovación de despedida.
Una vez caído el cuarto de la función, la autoridad en turno decretó la suspensión del festejo en el que se quedaron sin actuar Angelino de Arriaga y Juan Pedro Llaguno.