Es ROCA REY personaje central de interesante documental taurino

El documental «Tardes de soledad», del realizador español Albert Serra y que sigue al torero peruano Andrés Roca Rey en el minuto a minuto de una corrida, se ha convertido en uno de los estrenos que más atención ha acaparado en el Festival de San Sebastián.

Es una película «suficientemente honesta y hace un retrato suficientemente complejo y rico como para que cualquier persona se pueda acercar a ella», dijo este lunes Serra en la rueda de prensa posterior a la proyección en el Zinemaldia, donde compite por primera vez en la Sección Oficial del festival.

Precedido por la polémica, el documental fue aplaudido en el pase con público, si bien los espectadores no ocultaban su despiste ante la primera lectura rápida de si Serra estaba a favor o en contra del festejo. «Mi película -dijo- no está al servicio de ninguna causa, sino al servicio del cine».

Los animalistas de Pacma, que ya pidieron a la organización del Festival la retirada del documental por considerar que «romantizaba» la tauromaquia, han convocado para hoy una manifestación ciudadana en contra de la exhibición de la cinta.

Serra ve «un poco ridículo enfocarse a las obras de arte solo porque tocan un tema: los cuadros están llenos de temas sobre la guerra, por qué no los prohíben, o la gente mala que está retratada en los museos, por qué no los quitan», ironizó.

Para el creador de ‘Pacifiction’, con la que fue reconocido en el festival de Cannes, solo hay ‘romanticismo’ en «quizá» el compromiso del torero Roca Rey, y en su valor, y ahí «sí puede haber una cierta fascinación», concede.

Serra ha explicado que rodó el documental por compromiso con un amigo y lo ha hecho como si fuera una ficción; los cámaras «iban captando las mejores imágenes, las más bonitas», pero no es hasta el proceso de montaje donde se producen «las consideraciones estéticas».

Admite que «le gustaba» la estética del «proceso lento de la muerte» de los animales y quizá los planos más duros de la película sean precisamente los que muestra la agonía de los toros.

«Se ve cómo la vida les abandona, en un momento único porque el animal no tiene conciencia de que va a morir, no sabe lo que es la muerte, y ese proceso lento de cómo la vida le abandona lentamente me parecía poético, ese proceso raro de ver de esa manera».

Había mucho que escoger, pero al final, afirma Serra, «siempre es una elección estética, poética; crees que en ese momento esto queda bien y quizá da un contrapunto más serio, más trascendente e incluso más violento, puede ser también, pero es necesario, y forma parte de lo que es el fluir hipnótico de la película y también, por qué no, que es el tema de la película: la vida y la muerte».

Además de la generosidad del magnético torero Roca Rey, al que Serra dice no conocer del todo a pesar de tres años de rodaje de 14 de sus corridas y cinco de preparación, el director catalán se ha encontrado con un ‘elenco’ de lujo, la cuadrilla del peruano, que contribuye con sus diálogos sinceros incluso a generar momentos de humor.