Texto y foto: ÁNGEL SAINOS
La tarde en Huamantla se vistió de gala para la Corrida de Cerrojazo de su tradicional Feria, un evento que destiló pasión, tradición y reconocimiento a la tauromaquia.
El coso albergó una tarde vibrante en la que seis toros de la ganadería Zacatepec, impecablemente presentados, fueron los protagonistas de una función que mantuvo al público al borde de sus asientos.
El cuarto toro de la tarde, particularmente, dejó una huella imborrable. Su nobleza y presencia en el ruedo fueron tales que, al concluir su lidia, los restos fueron homenajeados en su camino al destazadero, un gesto que la afición acompañó con respeto y aplausos, reconociendo la grandeza del animal y el arte de la tauromaquia.
En el albero, los matadores desplegaron su talento con distintos matices. Uriel Moreno «El Zapata» conquistó al público con una faena de garra, obteniendo palmas en su primero y una merecida oreja en su segundo, demostrando su maestría y conexión con la plaza.
Juan Pablo Sánchez, por su parte, enfrentó un lote complicado que lo llevó al silencio, aunque su esfuerzo no pasó desapercibido.
Román Collado, con una actuación vibrante, logró arrancar una oreja, no sin antes recibir un aviso que añadió dramatismo a su labor.
El momento más conmovedor de la tarde llegó tras la lidia del cuarto toro. José Luis Alatorre, director de la empresa Feria Toro, tomó el centro del ruedo para rendir un merecido homenaje al picador Francisco Salinas Ortega, quien celebró 25 años de trayectoria profesional.
El reconocimiento, cargado de simbolismo, culminó con una emotiva vuelta al ruedo en la que Salinas, acompañado por los matadores, fue ovacionado por una afición que supo valorar su dedicación y entrega al mundo taurino.
Huamantla, una vez más, demostró por qué su Feria es un pilar de la tauromaquia mexicana. La corrida de cerrojazo no solo fue un espectáculo de valor y arte, sino también un canto a la tradición, al respeto por los toros y a quienes dedican su vida a esta fiesta brava.
La plaza, llena de emociones, despidió la tarde con el orgullo de haber sido testigo de un capítulo inolvidable en su historia taurina.


