Texto y foto Juan José López Luna
Irapuato, Guanajuato.- Con un ambiente festivo y una tarde marcada por fuertes vientos, el coso “Revolución” acogió el festival de la romería con un cuarto de entrada. En el cartel, originalmente de cinco espadas, solo se presentaron cuatro matadores debido a la ausencia de Alfredo Gutiérrez por causas no especificadas. Ismael Rodríguez, Carlos Rodríguez, Juan Silveti y Juan Bohórquez hicieron el paseíllo para lidiar novillos de diversas ganaderías, los cuales permitieron lucimiento, resultando en el corte de tres orejas.
REGRESO CON AFICIÓN Y OLÉS
El primer espada, el matador leonés retirado Ismael Rodríguez, demostró que su afición permanece intacta. Recibió a su novillo de rodillas, arrancando los primeros olés de la tarde.
De pie, ejecutó verónicas vistosas rematadas con una media que encendió al público. Tras la pica, realizó un quite por chicuelinas que fue ovacionado con fuerza. Con la muleta, comenzó doblándose, metiendo al novillo en series de derechazos que levantaron fuertes olés y ovaciones.
Cambió a la izquierda para dos tandas naturales rematadas con entusiasmo, y cerró con manoletinas. Aunque pinchó en el primer intento, dejó una estocada entera en el segundo, lo que llevó a la petición y concesión de una oreja.
CARLOS RODRÍGUEZ, TOQUES DE TORERÍA
El segundo espada, Carlos Rodríguez, tuvo un inicio titubeante, pero conectó con los aficionados mediante verónicas y chicuelinas de gran calidad. Con la muleta, su faena alternó momentos de desconcierto con pases de gran torería que deleitaron al tendido. Sin embargo, los pinchazos en la suerte suprema limitaron su actuación, siendo despedido con palmas.
JUAN SILVETI: CLASE Y ESTILO
Juan Silveti, hermano de Diego, abrió su labor con capotazos genuflexos, seguidos de verónicas que culminaron con una larga por bajo que desató ovaciones. Tras el tercio de varas, ejecutó un quite combinado de tafalleras, gaoneras y caleserinas, rematado con una brionesa.
Con la muleta, brindó al público y se dobló para someter a un novillo que se tornó tardo. Con porfía y clase, Silveti ligó tandas de derechazos con torería, coreadas con entusiasmo, y naturales menos limpios pero efectivos.
Cerró con sanjuaneras, pinchó en el primer intento, pero una estocada entera en el segundo aseguró la petición de una oreja, que le fue otorgada.
SORPRESA Y ARTE
El último espada, Juan Bohórquez, sorprendió gratamente a los aficionados locales. Pese a algunos tropiezos, mostró serenidad y ejecutó pases con el capote y la muleta cargados de solera y torería. Su faena, de altibajos pero con momentos de gran arte, mantuvo al público al borde del asiento, pasando de la exclamación al olé rotundo. Tras un pinchazo, dejó una estocada entera que motivó la petición de una oreja, concedida por la afición.
El festival dejó un grato sabor de boca, con tres orejas cortadas y un público entregado a la fiesta brava en una tarde de emociones y torería.