‘El Conde’ se reencuentra con el destino en LA PUNTA (FOTOS*)

Alfredo Ríos «El Conde» acudió invitado por el ganadero José Vaca Elguero a la ganadería de La Punta, donde reapareció ya recuperado del percance sufrido en la Plaza México el pasado 11 de enero, fecha en la que «Consentido», de este hierro jalisciense, le infirió heridas en el muslo izquierdo, la mano derecha y, la más seria, una que lesionó los ligamentos de la rodilla izquierda.

Al filo del mediodía arribó el matador tapatío acompañado del matador español Gómez del Pilar y el buen aficionado Jaime Tamayo. Pepe Vaca les recibió en la glorieta de acceso y de inmediato les asignó una de las habitaciones del primer jardín, una de las alcobas que en otro tiempo fuera utilizada por alguna de las figuras de antaño.

Con toda calma, y en silencio, ambos toreros comenzaron el ritual de trajearse el corto, con la única salvedad que El Conde debería colocar y ajustar el aparato ortopédico especialmente diseñado para proteger la reparación del daño en la rodilla. Si hasta este momento la evolución de las lesiones han sido favorables, no había razón para minimizar las recomendaciones del equipo de expertos en medicina deportiva que le atendieron en las clínicas especializadas de Guadalajara.

Ya ataviados para la ocasión, ambos matadores recorrieron los 200 metros que median entre el casco de la ex hacienda a la placita de tientas: a la izquierda la espesa arbolada de encinos y mezquites, a la derecha la quietud de la laguna que acompaña el camino empedrado que lleva hasta el albero, por el que han desfilado a través del tiempo, la mayoría de las figuras de talla mundial, desde la época dorada hasta nuestros días.

Para calentar brazos y piernas, el ganadero les obsequió la bravura de una erala, una cárdena salpicada. El Conde la lanceó a la verónica en los medios, para en seguida colocarla al caballo de Héctor El Ruso Delgado. La vaquilla acudió de largo con prontitud y le peleó en el peto. Con la franela le hizo fiestas por el lado derecho y una vez que se sintió con la fuerza y confianza, descubrió el magnífico pitón izquierdo de la erala y se dio gusto toreando al natural. Todavía Gómez del Pilar le sacó algunas tandas de buena factura para cederle la muleta a José María Hermosillo, novillero hidrocálido que les había estado auxiliando en la brega.

Luego vendría el plato fuerte, un emotivo encuentro con un cárdeno claro delantero, marcado a fuego con el número 187 y con unos 400 kilos sobre los lomos. Aunque no tuvo nombre el ejemplar, era hijo del mismo semantal y de la misma madre de «Consentido». El destino ponía en el mismo camino al matador, buscando concluir una dolorosa convalecencia y retomar su carrera profesional ya recuperado al cien y el hermano de sangre de aquel ejemplar que le había herido sobre las rayas del tercio en La México.

El Conde, en voz baja le agradeció el permiso al ganadero y se colocó al lado del burladero. Dio la indicación al vaquero de la puerta del toril y saltó al ruedo el cárdeno. Era hora de finiquitar la cuenta que quedó abierta hace un mes y medio, intercambiando la fiereza del hermano por la infinita satisfacción de sentirse pleno y enfrentar con renovada pasión la bravura noble de otro punteño.

Lo lanceó a la verónica y lo puso al caballo, el toro fue al peto metiendo la cara abajo, El Ruso le dio dos puyazos medidos y lo dejó a punto para la muleta. El matador se dobló con él y comenzó su trasteo por el lado izquierdo, ejecutó dos tandas de naturales con suavidad, relajado y toreando con lentitud. El ejemplar mostró calidad y nobleza y luego de una pausa, de nuevo le citó por el mismo pitón arrancando otras series al natural rematadas con martinetes y lucidos pases de pecho.

Más tarde cambió de mano para continuar el toreo a pies juntos, gustándose del toreo suave y lento, mientras comenzaba una leve llovizna que humedecía el albero. Remató la faena con vistosos adornos de muleta que fueron coreados por las cinco o seis personas presentes. Le endosó la muleta a Gómez del Pilar, quien todavía le exprimió algunos pases y prepararlo para la suerte suprema. Intercambiando puestos, El Conde tomó estoque y muleta y se perfiló de cara al punteño, se fue tras el acero dando el pecho, dejando una estocada en todo lo alto. El cárdeno cayó fulminado ante el gesto de satisfacción dibujado en la cara del torero tapatío.

Como tercer tiempo, el ganadero soltó otra erala de buen juego, que fue lidiada por Gómez del Pilar y José María Hermosillo, mientras desde el burladero, El Conde comentaban los pasajes vividos en los minutos anteriores.

La jornada concluyó en el comedor principal de la finca, amplio salón en el que la hospitalidad del ganadero se reflejó en los muslos de gallina asados a la leña, acompañados del arroz blanco, la ensalada de romana, las salsas de chile ancho molidas en molcajete y las tortillas hechas a mano, todo ello guisado por las cocineras del sitio.

Ya entrada la tarde, el ganadero Pepe Vaca despidió a los visitantes, no sin antes hacer un recorrido por las dependencias de la casona y mostrarles los vestidos históricos, capotes de paseo de grandes figuras y otros objetos que conserva en las vitrinas y muros de la centenaria finca.

Satisfecho de la visita y con el ánimo restituido, El Conde y sus acompañantes tomaron carretera, había concluido una cita con el destino que se había fechado en La México y les esperaba un largo trayecto de unos 280 kilómetros de regreso a Guadalajara, ciudad natal del torero y donde tiene previsto reaparecer el próximo domingo 8 de marzo en la última corrida de la temporada tapatía.

 

* Las fotos de esta nota las encontrará en la galería como: Conde en La Punta 23feb2015