El matador de toros en el retiro Juan Salvador, poco a poco y sin hacer ruido, logró el sueño de muchos de los hombres que visten de luces y es el de tener su propia ganadería.
Ahora convertido en criador de bravo en el estado de Querétaro, el torero-ganadero llevó a cabo una interesante tienta en la que se probaron alrededor de quince vaquillas de diversas edades y trapío.
En lo que uno podría suponer que fue la inauguración del tentadero, por lo menos así será en los medios de comunicación, el padrino fue el inconmensurable maestro de Tacuba, Manolo Mejía, quien eleva el toreo a la categoría de ciencia.
También se dejó ver, y muy bien, el torero de dinastía Alberto Huerta, quien aprovechó hasta la última embestida de todas las vaquillas que le tocó tentar.
Quien también tuvo oportunidad de probar las embestidas del ganado de Juan Salvador fue el novillero Juan Pablo Llaguno, quien atesora una intuición muy especial para entender la lidiad e sus enemigos.
También tomó los trastos el alumno de Manolo Mejía, Pepito Arroyo, quien apunta al cante. El ganadero aprovechó para ‘darse las tres’.
Fue una gran tarde de toros y toreros… O mejor dicho, de vaquillas y toreros.
