El diestro Alberto Huerta volvió a vestir de luces y lo hizo ayer en la ganadería de Antonio Guzmán, donde tuvo la oportunidad de lidiar y matar a puerta cerrada un toro que le obsequió Gonzalo Iturbe hijo, con quien lleva una gran amistad.
La tarde de este jueves en la finca localizada en los límites de Hidalgo y Querétaro, Alberto, hijo y sobrino de importantes matadores de toros ya desaparecidos, Víctor y Joselito –respectivamente-, enfrentó a sus demonios, a sus miedos de ser humano, a la incertidumbre de volver a estar delante del de ‘negro’. Pero su gran vocación de torero así como su firme determinación hicieron que el de ayer fuera un día muy emotivo y es que a Alberto, quien hace diez meses sufrió una terrible y grave cornada ‘ya le urge’ reaparecer.
Verlo vestir de luces es impactante pues en la zona lumbar derecha aparece el recuerdo imborrable de aquella tarde, cuando el toro ‘Buen Amigo’ casi le arrebata la vida. Pero todo eso no hizo más que fortalecer la gran afición y dedicación que tiene Alberto Huerta como matador de toros.
A Huerta se le vio relajado y muy mentalizado delante del burel. Demostró que lo bien aprendido nunca se olvida y dejó constancia de la poderosa técnica que atesora.
Mañana volverá a vestir de luces en un festejo mixto en Atotonilco El Grande, Estado de Hidalgo, donde participará en un festejo mixto. En breve dará a conocer más fechas que le han ido saliendo incluidas algunas con el rejoneador navarro Pablo Hermoso de Mendoza.
A diez meses de aquel grave percance que pudo haber terminado en tragedia, Alberto Huerta está más fuerte y preparado que nunca. Luego de muchos meses de intensas y dolorosas rehabilitaciones quiere demostrarle al público y más importante aún, a él mismo, que el toreo es una manifestación del alma interpretada por el cuerpo y que la creación del arte nace de lo más íntimo del torero para lograr hacerlo colectivo y apasionado para el aficionado.
