Fotos: ÁNGEL SAINOS
El rejoneador charro Joaquín Gallo dejó un grato sabor de boca en la novillada celebrada en la Plaza México, con la que concluyó la primera parte del Certamen Nacional de Novilladas en el coso grande.
A Gallo se le vio muy fácil con los rejones de castigo y las banderillas. Llevó templada la embestida del burel de la Muralla, a la postre, el mejor del encierro.
Se dio el lujo de torear con un jorongo, con el que atemperó la acometida del burel. Tiene recursos y sabe improvisar. En una suerte, el morito se quedó corto pero el jinete continuó cabalgando hasta que lo volvió a encelar. Busco también el lucimiento con banderillas cortas. Puso dos en buen sitio. Pudo haber cortado una oreja pero el gozo se fue al pozo con el rejón de muerte. Gallo echó pie a tierra para cobrar certera y fulminante estocada. Dio la vuelta al ruedo con petición de oreja que el juez no otorgó.
Los Forcados de Pachuca, valientes, consumaron una dramática pega al segundo intento.
LOS DE A PIE
Ángel Espinoza ‘Platerito’ hizo concebir esperanzas con su toreo de capa. Con las banderillas su actuación iba en aumento pero al intentar clavar el segundo par una banderilla se le clavó en el empeine izquierdo. Fue trasladado a la enfermería y ya no salió.
Pasaportó ese burel el tapatío Carlos Casanueva, quien fue ovacionado. Con su segundo, el que le correspondía, un aviso.
El cuarto fue devuelto por débil y sustituido por uno de San Constantino con el que Rafael Reynoso escuchó dos avisos.
El quinto se despitorró y lo sustituyó uno de Montecaldera, difícil. Javier Segovia escuchó un aviso.
Cerró plaza el tapatío Alejandro Fernández, quien cuajó las tandas más emocionantes de la tarde. Mejor por el derecho también se dejó ver al natural. Para su mala fortuna no anduvo fino con los aceros y escuchó dos avisos.
El encierro de la Muralla, bien presentado pero débil y difícil en general. Las novilladas en la México se reanudarán en septiembre.