A los cuatro vientos
Gustavo Mares
La fiesta brava de nuestro país atraviesa por uno de los momentos más álgidos de su historia debido a los constantes ataques que sufre por parte de un sector político, que busca de manera instantánea los reflectores, así como por algunos grupos que quieren imponer de una forma u otra su manera de pensar.
Basta echarle un ojo a cualquier documental serio de la vida animal para darse cuenta de lo que es la cadena alimenticia. Al final del día hay animales para compañía doméstica y existen otros tantos para el consumo humano, como lo son los toros de lidia, ganado que a diferencia del resto de las reses de abasto engordadas con clembuterol, el Rey de la Fiesta Brava vive cuatro o cinco años en el campo bravo con alimentación orgánica y todos los cuidados.
En España, no hace mucho, el reconocido conductor de televisión y animalista Frank de la Cuesta puso el dedo en la llaga, luego de que del otro lado del Atlántico un sector promueve una Ley Animalista justo como lo pretenden hacer algunos políticos de nuestro país.
‘Esa ley animalista es una excusa para que chiringuitos de amiguetes se llenen de billetes. Hay un interés claro en dinero. A esta gente le importa una mier… los animales’, dijo a través de sus redes sociales, lo que causó escozor en diversos sectores.
Aquí en nuestro país ya sucedió algo parecido con el mal llamado ‘santuario’ Black Jaguar-White Tiger, que supuestamente cuidaría a los animales que trabajaban en los circos. Les darían una ‘mejor vida’, señalaban las huestes del PVEM, que al vapor promovieron esta ley sin prever los nefastos resultados que obtendrían.
A fuerza de ser sinceros, hay antitaurinos de gran valía, pero ellos no están en el partido verde, que se ha encargado de demostrar desde su irrupción en la escena política, que lo único que les mueve es el dinero.
Hasta no hace muchos días pendía sobre la tauromaquia de nuestro país la ‘espada de Damocles’. Mucho trabajaron los profesionales para revertir esta tendencia, pero es de llamar la atención que poca difusión tuvo en los medios taurinos especializados.
Es más, da la impresión que los profesionales del toreo ‘no quieren mover el avispero’ y prefieren guardar silencio, luego de haber logrado una victoria muy importante en contra de la tendencia antitaurina.
Una de las grandes estrategias de los antitaurinos es gritar a los cuatro vientos todas las mentiras que se les ocurren, mientras que los taurinos se mantienen al margen.
Lo que acontece al interior de la tauromaquia es real y no puede sustentarse con mentiras. No se trata de ponerse al nivel de los antis, que muchas veces demuestran que lo suyo no es la cultura ni las buenas maneras, pero sí ocupar los mismos medios que utilizan aquellos para denostar el espectáculo taurino pero para hablar de las bondades y beneficios, incluso ecológicos del Arte de Cúchares, que además de hondas raíces culturales genera gran cantidad de empleos directos e indirectos.
Para concluir, la pregunta de la semana: ¿Habrá mayor presencia mexicana en la próxima Feria de San Isidro en Madrid?