Columna Alternativa: Congruencia

Congruencia

Por Gustavo Mares

 

En tanto al interior de la fiesta brava mexicana no exista la unidad de todos sus participantes, la tauromaquia de nuestro país se mantendrá frágil ante los ataques que sufre desde afuera.

La unidad no sólo es hacer acto de presencia para tomarse la fotografía del recuerdo, sino es forjar un sólido compromiso con el resto de los participantes para alcanzar un objetivo en común.

La semana pasada se reunieron los profesionales del toreo para llegar a acuerdos en torno a qué camino seguir para defender la tauromaquia.

Como suele suceder en este tipo de reuniones, hay muchas voces, algunas más cabales que otras. Pero todas tienen voz y voto.

En esta reunión hicieron acto de presencia representantes de todas las agrupaciones taurinas que hay en nuestro país, incluidas las dos que existen de subalternos: la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros, así como la Asociación Nacional de Picadores y Banderilleros.

Para nadie es un secreto que estos dos organismos no llevan una relación cordial, lo que ha llevado a la Unión a prohibir a sus miembros alternar con los elementos de la ‘naciente’ agrupación, que cambió de nombre pero que tiene unos años más de antigüedad que la propia Unión.

Esta negativa compartir créditos queda de manifiesto en la Feria de Texcoco, que bajo la organización de la Empresa Don Bull ha celebrado un par de fechas con otras tantas por delante.

Solamente los miembros de la Asociación de subalternos han tenido participación.

Las declaraciones en contra de uno y otro organismo están a la orden del día. A veces a través de algún medio de comunicación y otras tantas por mensajes privados. Pero las aguas están agitadas.

Los más perjudicados no son los líderes, sino sus representados. Más allá de la agrupación que tenga la razón, son los sindicalizados de uno y otro organismo los que pagan los platos rotos por esta controversia en la que la congruencia debe ser básica.

No se puede pensar una cosa y actuar otra, porque el resultado está destinado al fracaso.

Durante la reunión de la semana pasada estuvieron presentes representantes de ambos organismos de subalternos, pero salieron de ese recinto igual de enemistados.

Más allá de la agrupación que tenga la razón o la que pueda sobrevivir a los difíciles momentos que atraviesa la fiesta brava de nuestro país, deben tomar consciencia de que el ego y el orgullo son espejismos que imposibilitan un buen acuerdo.

Los tiempos cambian y la propia tauromaquia, aunque de manera lenta, ha sufrido algunas modificaciones. Por ejemplo, hasta no hace mucho tiempo estaba prohibido que las mujeres hicieran acto de presencia en el callejón. Sin embargo, ese pensamiento retrógrado cambió.

No es tiempo de buenos y malos. Es tiempo que los profesionales de la tauromaquia, los que llevan el sustento a sus casas gracias al arte de lidiar reses bravas, dejen de lado intereses personales y enfoquen sus baterías en el futuro próximo de la fiesta brava.

El barco se está hundiendo y en tanto no jalen todos en la misma dirección no serán necesarios tantos ataques antis para darle la puntilla a este apasionante espectáculo.

Para finalizar, la pregunta de la semana: ¿De qué nacionalidad es el más flamante miembro de la Asociación Nacional de Picadores y Banderilleros?