Sólo parecía…
Gustavo Mares
La semana pasada circuló una versión que a fuerza de ser sinceros se antojaba descabellada. Voces que aseguraban existía la instrucción de que los miembros de un sindicato de subalternos sólo apoyaran a los miembros de esa misma organización, así como a sus ‘empleadores’ en este caso los matadores de toros que los hubiesen firmado, luego de la controversia que existe con otro sindicato de subalternos… Y sí, parecía descabellado. Sólo parecía.
La instrucción se habría dado luego de que un nutrido grupo de subalternos presentó su inconformidad, después de que el sindicato que les representa no permitía que sus miembros ‘alternaran’ con elementos de la otra agrupación afín, de tal suerte que por esa prohibición los miembros de ese organismo no pudieron presentarse en el serial que se lleva a cabo en Texcoco, lo que representa un ingreso económico menos.
La tendencia se mantuvo y hubo escenarios en los que únicamente actuaron los miembros de uno u otro organismo, sin ‘alternar’.
Pero de repente el diestro Héctor Gutiérrez dio a conocer que la cuadrilla que lo acompañaría en la temporada 2023 pertenece íntegramente a la Asociación Nacional de Picadores y Banderilleros, lo que generó barruntos de tormenta de cara a las próximas comparecencias del hidrocálido, programado en los escenarios más importantes de la geografía mexicana.
La noticia cayó como ‘balde de agua fría’ en la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros, pues agitó las aguas del organismo en el que existía cada día mayor molestia entre algunos de sus miembros por la falta de ingresos debido a la negativa de compartir créditos con la otra agrupación de subalternos.
Con la presentación de Gutiérrez en la feria leonesa, la primera importante del año en nuestro país, la Unión decidió que los miembros que fueran contratados por los diestros que alternarían con el hidrocálido estaban en libertad de aceptar la colocación. Sin embargo, no tendrían permitido participar en alguna actividad al alimón con los toreros de plata del otro sindicato, sin importar de qué se tratara. De varias fuentes llegó a esta mesa de trabajo la misma versión.
Parecía fuera de la realidad por muchos y evidentes factores. Llegó el fin de semana y en el ruedo de la ciudad ‘donde la vida no vale nada’ quedó en evidencia la marcada división que existe en las ‘infanterías taurinas’. Más allá de la colocación a la hora de ejecutar la suerte de varas lo que preocupa y entristece es la indolencia que mostraron cuando un burel de regalo prendió de fea manera a Gutiérrez al que auxilió su cuadrilla en la que tiene como subalternos de a pie a dos matadores de toros.
La cosa no pasó a mayores. Pero la apatía, la indolencia y la falta de empatía con el ser humano cuya vida estuvo en peligro entre las astas de un toro bravo es para reflexionar profundamente.
No es un tema de ‘buenos y malos’. Es un tema de profesionalismo y de sentido común. Es el hecho de no olvidar que un toro puede arrancarle la vida a un ser humano de una sola tarascada sin importar nacionalidad o gremio sindical.
El susto lo vivió un diestro que contrató los servicios de la Asociación, pero pudo haber sucedido al revés.
Es una falta de respeto para los aficionados, cuando este pique entre agrupaciones podría dar mayor espectacularidad la suerte de varas y al segundo tercio, que en la mayoría de ocasiones no hacen más que aburrir al público.
Para finalizar, la pregunta de la semana: ¿Qué mensaje le mandan a aficionados y antis sobre la hermandad de los profesionales taurinos?