DIEGO SAN ROMÁN SALE EN HOMBROS DE LA MONUMENTAL DE MONTERREY

La noche de este viernes, y bajo un calor bochornoso que rebasó los 33 grados centígrados se realizó la primera corrida de la temporada en la monumental de Monterrey la cual registró buena entrada en el tendido numerado.

Hicieron el paseíllo Diego Silveti, Andrés Roca Rey y Diego San Román quienes se enfrentaron a un encierro de Arturo Gilio, (encaste español) el cual tuvo cara pero le faltó remate en sus carnes. En general al encierro le faltó fuerza y fondo, solo destacaron los corridos en segundo y tercer lugar respectivamente, este último fue premiado con arrastre lento.

Diego Silveti, estuvo voluntarioso con el que abrió plaza, un deslucido astado que solo le permitió pegarle algunos muletazos de calidad. Luego de que el toro tardó en doblar, echó mano del descabello para escuchar palmas tras un aviso.

Con el quinto de la noche, Silveti estuvo empeñoso con capote y muleta ante un astado con poca transmisión. El oficio del de Irapuato lo sacaron a flote y pudo lograr muletazos de buena manufactura, tras matar al primer viaje el juez de plaza le negó la oreja, por lo que todo quedó en una salida al tercio.

Por su parte Andrés Roca Rey, sin mejor suerte que su alternantes, estuvo voluntarioso con su primero tratando de agradar en todo momento, hasta conseguir algunos muletazos de calidad, tras matar al primer viaje se le premió con un apéndice.

El quinto de la noche, un precioso toro de pinta jabonero, se estrelló en un burladero de salida partiéndose el pitón. Tras batallar mucho tiempo para regresarlo a los corrales, Roca Rey lo tuvo que estoquear en el ruedo.

Con el 5º bis, la suerte no cambió, el torero peruano se enfrentó a un débil y descastado burel al que no tenía nada dentro, luego de abreviar, el público se metió injustamente con el torero.

El más joven del cartel, Diego San Román, logró sobreponerse al vendaval que se soltó durante la lidia del tercero, pese a esta adversidad y a base de un valor inquebrantable y una entrega absoluta logró muletazos que calaron hondo en los tendidos de la monumental, tras dejar una buena estocada se le premió con dos orejas.

Con el que cerró plaza solo escuchó palmas.

Al concluir el festejo, Diego San Román, salió en hombros entre gritos de ¡torero, torero!