FOTO: ÁNGEL SAINOS
La confirmación de alternativa en la Plaza Monumental de México del español Fernando Robleño, no logró cumplir las expectativas por la falta de casta de los dos toros que tocaron en suerte al español en el sorteo. Quince mil personas acudieron a la segunda corrida del ciclo ‘Celebra tu pasión’.
Tras una larga ceremonia religiosa de casi un hora, inició la “Corrida de las luces”, concepto importado de provincia a la capital mexicana y de discutible justificación para muchos de los aficionados presentes.
Tras la misa en el ruedo Fernando Robleño inició su confirmación americana después de 24 años de carrera, toreando a la verónica un ejemplar de Santo Tomás de extensas hechuras que apenas recibió castigo en el caballo.
En el tercio de banderillas mostró celo. En cambio en la muleta el toro recortaba la embestida por falta de casta.
Robleño, diestro experimentado en lidiar hierros duros, lo fue citando en la distancia corta, sin lograr estirar los pases hasta poder componer una tanda.
No hubo en la actuación del madrileño ningún recurso innecesario para justificarse, e incluso lograr algún premio a base de suertes insustanciales que tan buen resultado dan en ocasiones en La México.
Con dos estocadas terminó con la vida del animal.
El segundo del español fue un cárdeno de Santa Inés. Res dispersa y justa de fuerzas con la que el español tenía su última oportunidad de realizar algo digno de ser recordado en esta significada fecha de su biografía.
Poco pudo hacer Robleño con un toro sin recorrido ni transmisión. El matador con la muleta atrasada quiso facilitar el viaje del descastado.
Se oyeron pitos por lo que sucedía en el ruedo. Escucho el diestro avisos en el colofón de su confirmación.
La esperada res brava de Fernando Lomelí no decepcionó en estampa a pesar de tener rasgos de cuatreño. En cambio en el caballo dejó palpables muestras de mansedumbre. Hasta coces daba en su fuga. Fue devuelto por manso. Decisión que el reglamento no contempla.
En su lugar saltó a la arena un Santa Inés con el que Arturo Saldívar y Diego Sánchez se retaron en quites sin ceñirse de chicuelinas.
Ya con la muleta Arturo citó en paralelo y aliviado. El astado daba facilidades con su largo viaje. Se descompuso el de luces a pesar de ello.
Con la izquierda desaprovechó el buen hacer del Santa Ines. Citó con el pico y remató hacia afuera, por lo que la faena derivó anárquicamente. Los socorridos pases circulares por la espalda, una estocada, descabellos y un aviso para terminar.
Arrastre lento para el animal.
Diego Sánchez con un Santa María de Xalpa toreó de rodillas primero, despatarrado después. Propuesta sin pureza del mexicano, muy racial pero nada templada.