PLAZA MÉXICO: SAN ROMÁN triunfa en el Festejo Guadalupano

El diestro queretano Diego San Román se alzó con el triunfo en el marco de la Corrida Guadalupana, que se llevó a cabo en la Plaza México.

Se lidiaron toros de Jaral de Peñas, bureles sin trapío ni casta. Se registró casi  tres cuartos de entrada.

De nuevo el mexicano Diego San Román mostró su sitio y valor. Pero otra vez con una res que deja muchas dudas sobre el futuro de su carrera a la espera de verle ante toros de verdad.

Un toro de pobrísima presentación que rehuía del castigo en el caballo y los palitroques fue el toro de la oreja protestada por el público y devuelta por el diestro.

Ante su mansedumbre y escasas hechuras Diego optó por iniciar de rodillas. Ya de pie lo citó por bajo adelantando la muleta. El resultado fue que el bovino se enceló y repitió sin cesar en tandas de muchos pases ligados.

Continuó con la misma ecuación al natural, asumiendo riesgos el espada. Más trabada esta fase pero de algún pase muy largo. Terminó su primer toro con tremendismo ante la fea res, sin trapío alguno. Una estampa de valor sin garantía de futuro para San Román.

Se permitió bernardinas de rodillas, pinchó, mató al segundo intento y devolvió la oreja que le otorgó el palco en uno de sus veletas veredictos.

Tras este amargo triunfo enfrentó un cierra plaza con algo más de presencia, lejos todavía de estar cuajado. San Román quiso trabajarlo con el capote en pases y brega. El toro se fue varias veces al suelo y San Román abrevió.

El español Antonio Ferrera se presentó con un capote color tapete de cartas y un traje bordado con el escudo mexicano ante un primero sin trapío ni bravura. Con esos toros Ferrera gusta de bandillerear. Así lo hizo sin brillo.

Las comodidades de un toro repetidor, sin casta, las aprovechó el español con una faena más improvisada que honda, quieta pero sin cruzarse. De muletazos afectados y sin orden.

El poco fondo del toro se diluyó en cuatro tandas. Una estocada caída del diestro aniquiló al animal. La petición de oreja fue desatendida por el palco con buen criterio. Dio una vuelta al ruedo. Nada destacable de su faena con el cuarto de la tarde.

Volvía Héctor Gutiérrez tras su fea cornada en la femoral en esta misma plaza en febrero. Lo hizo con el mismo traje de aquella tarde y ante un Jaral de Peñas sin presencia sirvió para un quite de gaoneras de San Román labradas con quietud.

La respuesta de Gutiérrez, tras un tercio de banderillas en el que los ejecutores saludaron al tercio, fue una inteligente faena de muleta.

El astado, manso y disperso, se mantuvo en la tela por el buen lugar y la certera altura con la que citó Gutiérrez con la mano derecha. Pudo por esto dejar algún buen pase en poco terreno.

Con la izquierda anduvo más perdido en una breve tanda que no permitió ver que traía la res. Volvió a la mano diestra apostando a los circulares. Tras esto nada quedaba del toro.

Unas bernardinas finales precedieron un pinchazo hondo fue suficiente para acabar con el segundo de la tarde. Muy descastado éste. No hubo premio y tampoco con el quinto con el que naufragó.