Columna Alternativa: Sombrero ajeno

Gustavo Mares

 

La Feria de la Vendimia en Aguascalientes inició con gran esplendor, pero en medio de las tradicionales corridas de toros y otras actividades, el Taller Teórico Práctico de Tauromaquia de la Ciudad de México, dirigido por el diestro Salvador López se ha erigido como uno de los sólidos protagonistas.

Este programa, que fusiona el ejercicio físico con una inmersión profunda en la controvertida tauromaquia, ha cautivado a un amplio sector al tiempo que atrae nuevos aficionados y transforma las perspectivas de quienes, aunque no adeptos al “Arte de Cúchares”, desean comprender una tradición arraigada en México desde hace cinco siglos.

En Aguascalientes, la iniciativa ha sido guiada con maestría por el experimentado subalterno retirado Gustavo Campos, mientras en la Ciudad de México, los diestros Aarón Rodríguez y Luis Conrado han brindado su valioso respaldo y experiencia al proyecto.

El Taller Taurino trasciende la mera enseñanza de la técnica del toreo con vaquillas cuidadosamente seleccionadas, al abrir las puertas a los intricados entresijos de la fiesta brava: desde el papel esencial del mozo de espadas hasta el declive de la prensa taurina, un oficio casi extinto. Este enfoque inclusivo resuena profundamente con una audiencia diversa, desafiando el elitismo que frecuentemente envuelve a la tauromaquia.

No obstante, la empresa organizadora, a pesar de contar con vastos recursos, parece contentarse con capitalizar el éxito del taller sin contribuir con iniciativas propias. Mientras el equipo de López ha forjado un camino sólido durante casi una década, la empresa se limita a beneficiarse de proyectos ya consolidados, sin generar propuestas originales. Sus intentos por captar nuevos públicos, como el evento infantil que pasó desapercibido o esfuerzos en redes sociales que no alcanzan el impacto del trabajo de campo de López, evidencian una falta de visión.

La pasión de Salvador López, cultivada desde su infancia, contrasta marcadamente con la tibieza de los organizadores, que podrían potenciar el taller a escala masiva con su infraestructura, pero optan por subirse al carro del triunfo ajeno.

Todo indica que, como una efímera “flor de un día”, la empresa dejará que López y su equipo asuman en solitario la tarea de promover la tauromaquia más allá de los círculos tradicionales en Agüitas.

El horizonte de la fiesta brava es incierto. La ausencia de una unión sólida entre los profesionales del toreo y de una dirección clara augura un futuro desafiante. Mientras Salvador López siembra con dedicación las semillas para cultivar nuevos aficionados mediante un esfuerzo incansable afuera del ruedo, la empresa organizadora se conforma con recolectar los frutos de un trabajo que no ha cultivado.

Si el público responde con entusiasmo y demanda la continuidad del taller, será exclusivamente por la visión y el compromiso de López, no por aquellos que solo saben aprovechar el resplandor de los demás.