Talavante conquista la Puerta Grande en el arranque de San Isidro

GERARDO ESTRADA, enviado | Torosyfaenas.com.mx

Foto|Plaza1

MADRID.- La Puerta Grande de Las Ventas, tan codiciada como esquiva, se abrió en la tarde del viernes para Alejandro Talavante, que salió a hombros en el primer festejo de la Feria de San Isidro. El extremeño, premiado con dos orejas por una faena vistosa aunque desigual al cuarto toro de Victoriano del Río, aprovechó la nobleza de un ejemplar de excelsa clase y el ambiente festivo de un tendido que vibró con su toreo.

El cuarto, un toro cinqueño de imponente presencia y templada bravura, fue el punto álgido de una seria corrida de Victoriano del Río, marcada por un juego dispar. Desde los primeros compases, ‘Misterio’ mostró una calidad que Talavante, relajado y sin forzar la máquina, supo encauzar. Con la muleta, el torero de Badajoz combinó momentos de toreo fundamental, de trazo limpio pero breve, con adornos y efectismos que encendieron al público. Sin embargo, la faena, que no alcanzó la profundidad que pedía el toro, se inclinó hacia un estilo más liviano, marca reciente de su tauromaquia. Solo al final, con ayudados por bajo y pases a pies juntos camino de tablas, Talavante se entregó con la sinceridad que reclamaba el animal. Una estocada trasera y desprendida desató una fuerte petición de trofeos, que el presidente concedió con generosidad, rubricando la sexta salida a hombros del matador en Madrid.
El festejo, con lleno de ‘no hay billetes’ bajo un cielo fresco y nuboso, también dejó destellos de Juan Ortega y Clemente, aunque con distinta suerte. Ortega, elegante y sutil, brilló con el capote en un quite por chicuelinas al tercero, rematado con una media de cartel. Sin embargo, su lote, noble pero falto de celo, no le permitió redondear. El sevillano perdió fuelle ante un tercero que se apagó pronto y abrevió con un quinto que se defendió desde el inicio.
Más intensa fue la actuación de Clemente, que confirmó su alternativa con ‘Forajido’, un toro negro de 585 kilos, áspero y complicado. El francés, dueño de un valor sereno, se plantó con verdad desde el primer muletazo, sometiendo las embestidas descompuestas del animal con firmeza y temple. A base de pundonor, ganó terreno y doblegó la voluntad del toro, en una faena de mérito que el tendido tardó en valorar. Cuando el público comenzaba a rendirse, un descuido cerca de tablas permitió al toro engancharlo, zarandeándolo dramáticamente por la chaquetilla. Ileso, Clemente insistió con una honestidad que emocionó, pero dos bajonazos le privaron de una oreja de ley. Ante el sexto, hondo y manso, poco pudo hacer más allá de mostrar su disposición.
La corrida de Victoriano del Río, con dos toros de Toros de Cortés, presentó un sexteto serio, cuajado y de imponente cornamenta. El cuarto destacó por su bravura y clase, mientras el resto osciló entre la aspereza del primero, la nobleza sin celo del tercero y la mansedumbre del sexto. Talavante, de caña y oro, bordó el toreo con su segundo (dos orejas) tras un silencio en el primero. Juan Ortega, de tabaco y oro, se fue de vacío (silencio y silencio tras avisos), al igual que Clemente, de idéntico terno, que recibió una ovación en su confirmación y un silencio en el sexto.
Con más de 23.000 almas en los tendidos, la tarde inaugural de San Isidro dejó un Talavante triunfador, un Clemente valiente y un Ortega por debajo de su lote. La tauromaquia, con sus luces y sombras, volvió a latir en el corazón de Madrid.